“Accesibilidad universal, el gran reto del urbanismo del siglo XXI”

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o bien “Ciudades sin alma urbana” Por Mª de la Cruz Blanco Velasco.

Por Mª de la Cruz Blanco Velasco

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“El buen diseño capacita, y el mal diseño Discapacita”, según la Declaración de Estocolmo. En pleno siglo XXI, nos encontramos ante una situación totalmente desconcertante: las ciudades que habitamos carecen de alma humana.
La realidad es que las urbes, sobre las que se desarrolla la vida del suer humano, han sido diseñadas para personas estándares, fuertes, eternamente jóvenes y “normales”. Pero ¿es que existe algún “ciudadano normal”?. Esto significaría que dicha persona carecería de ningún tipo de limitación física ni sensorial.
Si miramos a los orígenes del hombre, podemos afirmar que ha luchado por adaptar el medio natural a sus necesidades, por transformar el entorno y hacerlo “amigable”, de modo que las características que la naturaleza urbanizada ha ido adoptando han sido decididas por él. Entonces, ¿por seguimos debatiendo si las ciudades que habitamos son o no accesibles si las hemos diseñado nosotros para nosotros?
Pues seguimos en esa dicotomía porque a día de hoy se puede afirmar que la diversidad humana ha aumentado en cuanto a la edad, la cultura y la capacidad, y actualmente, superamos más enfermedades y lesiones y, por lo tanto, convivimos con más discapacidades.
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Cuando hablamos de personas con discapacidad, hablamos de diversidad funcional o de personas con capacidades diversas, y no sólo nos referimos a aquellas con movilidad reducida (PMR), sino a las que presentan discapacidades cognitivas, intelectuales, auditivas, visuales, etc, asimismo, existen situaciones que discapacitan temporalmente, tales como empujar un carrito de bebé, una caída que implica llevar muletas, padecer una depresión o atravesar una situación de elevado estrés.
Pero lo que no podemos olvidar es que la discapacidad implica una pérdida de capacidades, o una alteración de las mismas en su interaccion con el entorno, y este fenómeno en la edad infantil y juvenil puede o no producirse con mayor o menor intensidad, pero en las edades cercanas a los 65 años es inevitable, es entonces cuando se produce un proceso de deterioro y madurez. Y a partir de este momento el medio puede ser muy hostil si no ha pensado en nosotros como seres humanos.
En relación a ello Susang Sontag en su libro “La enfermedad y sus metáforas”, 1978, se acerca a la enfermedad estableciendo conexiones con lo que históricamente supuso la tuberculosis y lo que supone el cáncer, como uno de los estados generadores de situaciones discapacitantes más presentes hoy en día, aportando la siguiente definición:
“La enfermedad es el lado nocturno de la vida, una ciudadanía más cara. A todos, al nacer, nos otorgan una doble ciudadanía, la del reino de los sanos y la del reino de los enfermos. Y aunque preferimos usar el pasaporte bueno, tarde o temprano cada uno de nosotros se ve obligado a identificarse, al menos por un tiempo, como ciudadano de aquel otro lugar”
Y como envejecer es un hecho inevitable, desde Europa se está tratando de dar un enfoque real a la vida de los mayores, y ya es frecuente oír hablar de Envejecimiento Activo, que como su nombre indica implica movimento, e implica compromiso, que a veces no llega a entenderse, y en la mayor parte de los casos suele provocar cierta decepción entre los agentes implicados en hacerlo realidad, porque los destinatarios no usan las instalaciones “supuestamente” diseñadas para ellos Y es que no son los esquipos de técnicos los que tienen que inventar qué es lo mejor para determinadas discapacidades o situaciones discapacitantes, son las propias personas afectadas o futuras usuarias las que deben solicitar lo que necesitan, con sus términos y a su manera, y a partir de ahí, los técnicos deben traducir dichas peticiones y transformarlas en posibles propuestas de solución.
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Por todo ello, la no accesibilidad del espacio urbano que nos acoge implica que, independientemente de las capacidades que cada habitante posea, será el propio entorno el que genere una situación discapacitante al no permitir que la persona se desarrolle con autonomía, comodidad y seguridad. Así por ejemplo, las personas que padecen cataratas o determinados problemas de visión pueden sufrir deslumbramientos con determinadas iluminaciones de la vía pública. La solución es sencilla en la mayoría de los casos, pero implica un coste económico.
Esto podría entrar en contracción con el lema “porque ser accesible no cuesta nada”, debido a que para que se cumpla es preciso un compromiso por parte de los agentes que inician los procesos de diseño, ya que si desde la idea de proyecto se contemplara la diversidad humana y sus comportamientos frente a los entornos, posteriormente no habría que estar constantemente adaptándolos una vez construidos. Y sin duda la gran ventaja de esta nueva forma de pensar es que todos aquellos entornos, productos, bienes y servicios diseñados bajos los principios del diseño universal mejoran la calidad de vida de todas las personas.
El diseño para todos y todas, desde el punto de vista de los usuarios y usuarias, supone que el diseñador o diseñadora ha tenido en cuenta sus características personales, y ha creado un producto que se adapta a sus necesidades y es usable por él o ella y las personas que los rodean, usando o no ayudas técnicas para desarrollar el proceso que se pretenda llevar a cabo. Es el diseño que tiene en cuenta la diversidad humana, la inclusión social y la igualdad. Este acercamiento holístico e innovador constituye un reto creativo y ético para los/las responsables de la planificación, el diseño, la gestión y la administración, así como para la clase política.
Es por ello que la accesibilidad universal se presenta como el gran reto social del siglo XXI, un reto dirigido a la sociedad y a los agentes implicados en la construcción de la misma, y en particular, un pulso a todo lo que rodea el diseño de la urbe, al diseño del envoltorio urbano que sirve de base a la vida en general. Por lo tanto, es mision de todas las personas el contribuir a facilitarnos la vida y poder así acceder a todos los servicios, a todos los productos y a todos los lugares en condiciones de comodidad, seguridad y autonomía.
Y así damos comienzo a una serie de artículos en los que iremos detallando cada aspecto para mejorar la calidad de vida de las ciudades en el momento actual con ejemplos prácticos vinculados a los espacios públicos.
Imágenes: Por Mª de la Cruz Blanco Velasco

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