La carrera de Camilo Matiz (Bogotá, 1976) es conocida principalmente por su vinculación con el mundo audiovisual, realizando exitosos comerciales, así como proyectos audiovisuales de diferentes metrajes. Sin embargo, hoy nos acercaremos a su serie de instalaciones “Here not There”, realizadas con neones, espejos, y un inteligente juego de reflexiones tanto físicas como conceptuales.
Matiz reflexiona sobre estas cuestiones de la “realidad”, sobre lo que decimos (o nos dicen) ser y lo que somos, lo que pretendidamente conforma nuestra realidad y lo que nos encontramos al enfrentarnos a nuestro verdadero yo. “Here not There” se trata de una serie de neones dobles situados cada uno de ellos delante de un espejo. Al mirar frontalmente uno de los neones encontramos una frase amable o positiva; pero al dar un paso más al frente y colocarnos entre el neón que acabamos de ver y el espejo, vemos en este un mensaje totalmente contrario al que supuestamente se estaría reflejando, con al agravante de que también está presente nuestra propia cara, nuestra propia mirada, reflejada debajo de esas palabras. Para conseguir esto Matiz juega con las distancias entre los neones y el espejo y también realiza este juego iluminando o enmascarando las partes delanteras y traseras de los neones dobles. El autor nos lanza enunciados dobles que nos inducen a la reflexión, como por ejemplo Take a selfie / Fake a life, Believe you can / Lie to yourself anyway, o Not here / Here.
Según Matiz, un 70% de estas obras está basado en la propia experiencia del receptor. “Take a selfie”, parece invitar al público a sacar el teléfono móvil y hacerse un autoretrato intentando estar lo más favorecido (o irreal posible con la ayuda de las rápidas aplicaciones de edición de imágenes con los que cuentan los teléfonos móviles), para mostrar en tiempo directo en las redes sociales que se está en una exposición artística, cercanamente a la obra y con más público detrás que conforma el escenario de otro micro momento de la también pretendida celebridad que otorga la exposición de cada acto cotidiano en internet. Sin embargo, al acercarse al espejo para tomarse la foto, el receptor pasa a ser también emisor, pasa a ser parte de la propia obra, que en este caso le dice sin concesiones “fake a life”, lo cual, obviamente, no resulta atractivo entre un enorme porcentaje de usuarios de redes sociales que intentan perpetuar su hiperrealidad, en la que la forma triunfa sobre el fondo.
Cada uno de los espejos de Matiz nos hace reflexionar sobre alguna cuestión acerca de la realidad actual (aunque bien es sabido que el concepto de realidad ya inquietaba al ser humano en los tiempos de Heráclito). Un ejemplo perfecto de unión entre arte y sociedad, utilizando como medio principal la luz. Sin duda, merece la pena pararse a pensar unos minutos sobre los mensajes luminosos de Matiz.