¿Cómo influye la luz en el reloj biológico del ser humano?

La luz del Sol y la utilización de luz artificial definen funciones fisiológicas del cuerpo humano

El día y la noche son ciclos naturales que definen ciertos procesos metabólicos de los seres vivos. Para estudiar esta relación biológica surgió la Cronobiología, ciencia que intenta descifrar cómo la luz del Sol está vinculada con el reloj interno del ser humano y cómo el último, al ser expuesto a fuentes lumínicas artificiales, puede alterarse y generar algunas enfermedades.

Fue así como la relación día-noche y ritmos biológicos derivó en la aparición del concepto “ciclos circadianos”, que según el National Institute of General Medical Sciences, pueden definirse como los cambios físicos, mentales y conductuales que en un ciclo de 24 horas responden a la luz y oscuridad del ambiente en que se desenvuelve un organismo; ejemplo de ello es el dormir por la noche y estar despierto durante el día.

El proceso circadiano comienza en los ojos. En la retina se encuentran unos fotorreceptores o células ganglionares (ipRGC) que se activan con la luz y envían un estímulo al “núcleo supraquiasmático” (NSQ), que es considerado “el reloj maestro”, ya que está relacionado con la producción de melatonina, que es una hormona del sueño, y cumple el papel de ser el mediador entre la luz y las respuestas de cada célula del cuerpo humano.

A grandes rasgos, así es como el organismo regula además de los ciclos de sueño, secreciones hormonales, hábitos alimenticios, digestión, temperatura corporal y otras funciones importantes del cuerpo. No obstante, la ciencia ha demostrado que al existir variaciones en la iluminación de los lugares donde se desenvuelve el ser humano, los procesos anteriores pueden verse afectados.

Till Roenneberg, profesor de Cronobiología en Ludwig-Maximilians-Univesity Munich explica que durante la historia de la humanidad, el reloj interno del hombre se ha modificado: al principio estaba acostumbrado a recibir mucha luz durante el día y oscuridad en la noche. Sin embargo, la vida sistemática actual lo ha alterado; la gente está expuesta a poca luz solar durante el día y mucha luz artificial en la noche.

Se sabe que el cuerpo interpreta la luz de acuerdo a su temperatura de color, en el exterior la mayor parte de luz natural contiene azul, lo que para el cuerpo significa que es de día. Las luces azules actuales, presentes en luminarias y en dispositivos móviles, hacen que el organismo tenga la misma sensación de mantenerse despierto aunque sea de noche”, refirió Roenneberg.

Lo anterior ejemplifica cómo es que el organismo puede confundirse, no diferenciar el día de la noche, desorientarse y el difícil acoplamiento al sueño, lo que puede derivar en estrés o hábitos como alcoholismo, tabaquismo, adicción a la cafeína, además de la alteración de algunas funciones fisiológicas y la aparición de enfermedades del sueño, obesidad, diabetes, depresión, trastorno bipolar y afectivo estacional, entre otros.

Por Federico García


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