* Néstor Luján señala en su «Cuento de cuentos» que la expresión ‘La carabina de Ambrosio’ alude a los objetos y personas que son inútiles. La expresión procede de la historia de un labriego llamado Ambrosio que decide mejor dedicarse a asaltar los caminos con una carabina al hombro; pero como el hombre tenía fama de ser muy bueno, cuando intentaba robar a la gente, estos lo tomaban a broma. Por lo que su carabina resultaba inservible.
Por Lucía Rojo
Los seres humanos a veces somos increíbles, a veces sólo somos un poco incoherentes. Hace aproximadamente dos meses, en Londres, el estudio de arte y diseño Loop.ph le dio a algunos de los residentes de la ciudad la oportunidad de una vista magnífica de un cielo nocturno estrellado, el problema es que era falso. Osmo es una esfera gigante en la que los visitantes pueden ingresar a una recreación de las estrellas, realizada usando rayos láser que rebotan entre varias capas.
Designboom, en la nota que dedicó a esta instalación escribe, “el espacio infinito de espejos permite a los visitantes que se relajen ‘bajo las estrellas’ y contemplen una recreación física del cielo nocturno”. Me gustaría que el lector ponga atención en esta parte: “recreación física del cielo nocturno”. ¿Es esa nuestra solución? Me refiero a que en 2001, los científicos informaron que una quinta parte de la población mundial, y más de dos tercios de la población de Estados Unidos no pueden ver la Vía Láctea a simple vista debido a la contaminación lumínica. La mayoría de las personas que vivimos en la urbe, ni siquiera hemos visto la Vía Láctea una sola vez en nuestra vida. Muchos de nosotros moriremos sin haber conocido uno de los espectáculos más bellos de la naturaleza y que casi podría verse cada noche. Cada noche.
Dos terceras partes del mundo, el 99% de los Estados Unidos y 48% la Unión Europea, viven en condiciones de contaminación lumínica. Las luces de la ciudad pueden eclipsar la luz natural de la noche 4,8 veces según los científicos europeos ya que el exceso de luz en edificios, parques y avenidas escapa al cielo y oculta a más del 90% de los cuerpos celestes.
Pero los científicos han comprobado que la llamada “pérdida de la noche” no solamente se relaciona con la observación de los cuerpos celestes, sino que afecta directamente la salud humana y la percepción de los animales tanto diurnos como nocturnos. Cuando el ser humano se expone a la Luz de Noche (LAN, por sus siglas en inglés) nuestro reloj biológico se altera y disminuye nuestra producción de melatonina, la hormona encargada de que nos dé sueño. La falta de melatonina, aunque puede parecer algo irrelevante, atrae problemas de salud como el envejecimiento, enfermedades cardiovasculares, alteraciones cognitivas, cansancio crónico e incluso cáncer.
Pero este problema no sólo nos afecta a nosotros, también daña a los animales. Los insectos mueren de cansancio atraídos por las luminarias o son extraídos de sus hábitats naturales. Por un lado, las aves pueden estrellarse contra los edificios “debido al brillo de los cristales iluminados externamente, pueden volar hacia las ventanas iluminadas o en los niveles más bajos de los edificios, también pueden volar hacia imágenes de árboles reflejados en los vidrios”, según afirma la Dra. y diseñadora de iluminación Carolina Zielinska.
Y por otro lado, el biólogo Davide Dominoni afirma que “la cantidad de luz artificial en la noche podría plantear riesgos graves para la capacidad reproductiva de las especies de aves que prosperan en las zonas urbanas”. Las tortugas se ven confundidas por las luces de las playas y pierden el camino de vuelta al océano cuando van a desovar. Aunque no lo creas, los peces también pueden ser afectados cuando pasan por debajo de puentes demasiado iluminados; los salmones, por ejemplo, presentan problemas para migrar, pues “los depredadores se posicionan debajo de las luces de los puentes para localizar y capturar a sus presas”, comenta Zielinska. Y así podríamos seguir con cientos de especies distintas.
No creo que la intención del estudio loop.ph haya sido mala al realizar esta instalación y acercar a los citadinos a la belleza de un cielo estrellado -tal vez eso incluso podría crear algo de conciencia-, pero me parece que junto con ese esfuerzo creativo debería de venir también un intento de concientización, de reflexión. En nuestro tiempo tendríamos que viajar kilómetros, pagar boletos de avión y reservaciones en hoteles para poder visitar lugares desde donde la Vía Láctea sea visible a simple vista, los lugares más oscuros de la Tierra. Pero esos lugares podrían ser nuestros, son nuestros si así lo queremos. Por suerte para nosotros, las estrellas están allí arriba, esperando.