Por Pilar López
En una ciudad inteligente podemos imaginar tráfico que fluye naturalmente sin cuellos de botella, donde todas las personas gozan de Wi-Fi de alta velocidad gratuita en todos los parques y áreas públicas y donde los coches eléctricos se alinean para cargar directamente de los postes de alumbrado público. Cada noche, un sistema de control inteligente enciende las luminarias en el momento adecuado, funciona sin problemas, se adapta a condiciones meteorológicas y se apaga automáticamente e incluso permanece apagado cuando no se necesita. La ciudad inteligente consume menos energía y recursos, mientras que las personas se sienten más seguras y las empresas prosperan, es una ciudad donde todo está conectado de forma sinérgica, una ciudad que se preocupa más por su gente y el medio ambiente.
Todo esto suena bien, casi como un sueño, pero al afrontar el desafío de crear esta ciudad ideal, los responsables de ciudades y municipios de todo el mundo se están viendo obligados a actuar con limitaciones presupuestarias, burocráticas y hasta políticas cuando se trata de instalar y mantener los sistemas de iluminación urbana. Además se encuentran presionados por los objetivos medioambientales que deben cumplir reduciendo el consumo energético y la huella de carbono, todo ello de conformidad con las normativas vigentes en cada una de sus comunidades. Ante el reto de la creciente urbanización, estas mismas autoridades locales deben crear ahora ciudades y poblaciones que sean seguras y agradables para vivir, trabajar y realizar diferentes actividades. Mejorar la seguridad vial para conductores y peatones, favorecer la seguridad ciudadana, desarrollar el comercio local, además de que pueden ofrecer a la arquitectura de la ciudad un gran impulso turístico y comercial para promover la recreación y fomentar la identidad de la localidad.
En la vida real se tiene que buscar solución a esta problemática y en un nuevo modelo de gestión energética, empresas ajenas a las autoridades de cada ciudad ofrecen soluciones integradas de control de la iluminación que permiten empezar a ahorrar de inmediato, sin necesidad de hacer cambios importantes en el sistema que ya tienen instalado o bien sin inversiones elevadas. Dado que, el alumbrado público representa una de las instalaciones de mayor incidencia en el consumo energético de una ciudad, alcanzando entre un 45% y un 80% de los presupuestos anuales en los municipios, con la telegestión, la regulación de la iluminación es el medio idóneo de ahorrar energía sin que ello afecte negativamente a la uniformidad lumínica o a la seguridad.
Utilizando la red existente, los sistemas de telegestión para el alumbrado público impulsan la eficiencia energética y consiguen modernizar el alumbrado tradicional, convirtiéndolo en verdaderas autopistas de la información, capaces de ofrecer los más avanzados servicios desde sensores de control ambiental (ruido, temperatura, contaminación, etc.) hasta la recarga de vehículos eléctricos, servicios TIC al ciudadano, solución idónea para ofrecer servicios a los habitantes y turistas tales como redes Wi-Fi o paneles informativos en tiempo real.
El término Telegestión designa el conjunto de productos basados en las tecnologías informáticas, electrónicas y de telecomunicaciones, que permiten el control a distancia de instalaciones técnicas aisladas o distribuidas geográficamente. Puede funcionar de manera independiente o desde la propia luminaria, regulando la luz conforme a un programa predeterminado basado en las horas de apagado y encendido.
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Si consideramos el sistema de telegestión utilizado para la administración del consumo eléctrico, los elementos principales serían:
– Datalogger (registrador de datos): nodo o dispositivo electrónico que se instala en el cuadro eléctrico de las luminarias o de cualquier instalación que queremos analizar. Se puede comunicar con un ordenador personal, utilizando un software específico y puede tener un dispositivo en el que se pueden ver directamente los datos registrados.
– Software de monitorización: software específico para analizar los datos recogidos por el datalogger. Dicho software se puede programar según el objetivo que se persiga. Este sistema informático también puede controlar el encendido y apagado de los equipos de la instalación.
Dependiendo del tipo de datalogger la información obtenida se graba en su sistema o se transfiere a un ordenador que tiene instalado el software de monitorización.[/box]
La ventaja de utilizar esta tecnología es conocer los consumos en tiempo real, al dar la lectura exacta en cada momento. En el caso de la electricidad, dicha información permite adaptar la potencia eléctrica a nuestras necesidades o localizar los consumos mayores de lo esperado. Con la telegestión se conocen también los hábitos de consumo y se obtiene ayuda para tomar las medidas oportunas para reducir las facturas o localizar irregularidades.
El reto
El 50% de la población mundial vive en grandes ciudades y éstas generan el 75% del consumo de energía y el 80% de las emisiones de carbono en todo el planeta y por supuesto, no dejan de crecer. Las ciudades y sus autoridades enfrentan enormes desafíos: la congestión, la contaminación, los apagones, la delincuencia, la deuda y el aumento de los costos, mientras compiten entre sí por la inversión, el empleo y el turismo. Por esto y mucho más, las ciudades necesitan ser más inteligentes: más eficientes, sostenibles y habitables.
Las soluciones
La necesidad de eficiencia urbana, requiere resultados de baja inversión medibles y visibles:
⁃ Ahorro de energía
⁃ Mitigar las emisiones de CO2
⁃ Reducción en pérdidas de agua
⁃ Disminución del tiempo de viaje y demoras en el tránsito
⁃ Beneficios sociales y económicos
⁃ Rápido retorno de inversión
Para iniciar con el proceso de incorporación de las ciudades a lo que podemos llamar una ciudad inteligente, será necesario establecer metas concretas y planes estratégicos que lleven a cumplirlas. Las soluciones deberán incorporar la tecnología que mejore cualitativa y cuantitativamente la eficiencia de los sistemas urbanos. Las metas se verán cumplidas cuando las soluciones puedan integrarse combinando la información y las operaciones para eficientar los procesos de gestión de la ciudad. Por último, la innovación técnica que ofrezca a la ciudad modelos de negocio específicos de acuerdo a sus necesidades y la colaboración entre actores globales y locales, pondrá en marcha una ciudad inteligente, verdaderamente inteligente.
Es importante considerar el marco legal con el cual las ciudades pueden impulsar politicas, ejercer recursos y solicitar en el ambito de una licitación una solución de automatización urbana que permita controlar el alumbrado publico.
Muy interesante para los urbanistas que ahora estudian.