Como citadinos nuestra vida está sobre el concreto. Al caer la noche nos guiamos por las luces de los edificios, comercios o el alumbrado público, es nuestra realidad y nos acostumbramos tan rápido ya que la oscuridad siempre ha implicado incertidumbre y peligro.
El pago por ese bienestar ha sido la pérdida de Nuestros cielos oscuros. Lo pongo en mayúscula porque es necesario enfatizar que de hecho, el tejido celeste nos ha pertenecido desde nuestros primeros pasos en este planeta. Solo era cuestión de levantar el rostro para apreciar una escenografía infinita, un espejo involuntario de nuestro propio ser. Esa sensación de plenitud y reflexión era una posesión inherente a todo ser humano independiente de su condición social y ahora, una vez más solo le pertenece a unos cuantos afortunados.
Este problema comenzó a ser compañero fiel del desarrollo tecnológico de las grandes urbes, una clase de «mal necesario» conocido como contaminación lumínica.
Gracias al reconocimiento de las posibles consecuencias, gradualmente comenzó a tomarse en serio este problema. Diversos científicos, académicos, ambientalistas y demás grupos comenzaron desde hace varias décadas a buscar una solución, entre las que se incluye la propuesta de la diseñadora Paulina Villalobos.
Como parte de estos esfuerzos, es importante mencionar la Declaración de la Palma, escrita en 2007 durante la Conferencia Internacional en Defensa de la Calidad del Cielo Nocturno y el Derecho a Observar las Estrellas abre justamente con esta reflexión:
Recordando que la Humanidad ha observado siempre el firmamento para interpretarlo y para entender las leyes físicas que gobiernan el universo, y que este interés en la astronomía ha tenido implicaciones profundas en la ciencia, la filosofía, las costumbres, la cultura y sobre nuestro concepto general del mundo […].
Y es que este problema no es nuevo, como podemos ver una de las primeras normativas que buscaba proteger los cielos tiene más de 30 años de existencia, que gradualmente ha cobrado más y más relevancia en distintos países
Incluyendo a México quien apenas en enero de 2021 dio a conocer el Decreto por el que se reforman y adicionan diversas disposiciones de la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, donde se incluye una serie de disposiciones para prevenir y reducir la contaminación lumínica del país
No obstante, para el sector comercial y de seguridad, en ocasiones no es tan sencillo aplicar estos lineamientos y renunciar a un estilo de vida al cual ya estamos acostumbrados. Como una opción a esta clase de obstáculos, muchas de las organizaciones involucradas en proteger los cielos han ofrecido alternativas para que no se considere como un restricción sino como una oportunidad.
El cielo oscuro no es exclusivo de filósofos o poetas, de científicos o ingenieros. Si nos olvidamos de apreciarlo, de mantener con vida el significado que moldeamos por milenios entorno a él, de alguna manera es también un rechazo a nosotros mismos, «somos polvo de estrellas» decía Carl Sagan y no solamente en sentido figurado.
Lo que me remite a la pregunta con que se abrió esta recopilación, cuándo fue la última vez que observaste un cielo estrellado y te viste reflejado en él.
[box] “El cosmos es todo lo que es, todo lo que fue y todo lo que será. Nuestras más ligeras contemplaciones del cosmos nos hacen estremecer. Sentimos un cosquilleo en la espalda que nos llena los nervios, una voz muda. Una ligera sensación como de un recuerdo lejano, como si cayéramos desde gran altura. Sabemos que nos aproximamos al más grande de los misterios.” Carl Sagan, Cosmos, episodio 1: The Shores of the Cosmic Ocean. 1980 [/box]
Imagen destacada: Suchart Kuathan