Una vez instalada, cualquier fuente de luz disminuye su flujo luminoso hasta llegar al final de su vida útil. Conocido como depreciación luminosa, este fenómeno se produce por factores como el contexto en el que están colocadas las luminarias y la manera en las que son operadas. Sin embargo, dicho deterioro es controlable y se pueden mantener niveles de iluminación correctos si se establece un programa de mantenimiento.
Debido a los distintos tipos de luminarias que existen, los factores que influyen en el desarrollo de su descenso lumínico varían. No obstante hay algunas causas en común: el deterioro por envejecimiento, la acumulación de polvo o suciedad en partes ópticas, así como la oxidación de la parte interna del luminario, las variaciones de temperatura, los fallos en la instalación, entre otras.
La velocidad de esta depreciación va de la mano con características como el tipo de producto, su tiempo y modo de operación y los factores ambientales, ya que en caso de estar colocadas al exterior son expuestas a la lluvia, rayos solares, contaminación ambiental y vibraciones, lo que provoca que la disminución lumínica se acentúe en menos tiempo.
Y, ¿puede calcularse?
Para estimar el grado de disminución lumínica de una lámpara ya instalada pueden realizarse tres tipos de pruebas:
La medición en laboratorio, en la que que bajo condiciones controladas se utiliza un sensor para medir la iluminación de una fuente recién retirada de su instalación. Posteriormente, se limpia la luminaria y se hacen comparaciones con una lámpara nueva; los resultados entre ambas pruebas corresponden a una depreciación por suciedad. Para determinar la reducción por uso, la luminaria limpia y una nueva con las mismas características son sometidas nuevamente a pruebas para ver su diferencia.
Por su parte, en la medición in situ a partir de iluminación media se contraponen una luminaria limpia y una nueva con un luxómetro manual. Como desventaja, en esta medición puede influir la luz de otras luminarias al rededor.
En la medición in situ a partir de medición única también se compara el flujo entre una lámpara recién limpia y una nueva, sólo que aquí se minimiza la interferencia de otras fuentes de luz a partir de un cilindro colocado entre el sensor y la luminaria.
Cabe señalar que la industria de la iluminación utiliza el estándar IES LM-80 para describir cómo deben realizarse las pruebas de depreciación para fuentes lumínicas LED.
¿Para toda depreciación, una solución?
De acuerdo con los resultados de las pruebas de depreciación y para mantener los niveles de iluminación óptimos, es necesario diseñar un plan de mantenimiento acorde al problema detectado en una instalación.
De esta manera se determinará la periodicidad en la que una instalación deberá tener mantenimiento y cómo se efectuaría, es decir, si las lámparas deben sólo limpiarse o si cambiarse.
Asimismo, al momento de diseñar una instalación, es de considerar que en el caso del LED, su vida no termina repentinamente, si no de manera gradual y que al momento de perder un 30 por ciento de su flujo inicial, se considera que ha llegado al final de su vida útil.
Referencias:
Curso on-line de iluminación por la Universidad Politécnica de Cataluña
Evaluación de la depreciación luminosa y la eficiencia energética de los sistemas de alumbrado viario de la Facultad de Ingeniería Eléctrica de la Universidad de Oriente, Cuba.
La depreciación lumínica y la regulación
¿Por qué se mide la vida de los LED como depreciación lumínica?