El diseñador de iluminación debe transferir su conocimiento en beneficio de la profesión

Como participante del festival Lights in Alingsås, el diseñador mexicano Andrus Marín señala que al hacerlo se genera una mejor competencia entre especialistas

La pequeña ciudad sueca de Alingsås realiza desde hace 20 años un proyecto educativo de diseño de iluminación en el que participan 50 jóvenes estudiantes de todo el mundo, quienes dirigidos por profesionales en la materia realizan proyectos que conciben, diseñan e implementan en equipo tan solo en una semana. Una vez finalizadas, las instalaciones de luz forman parte del festival Lights in Alingsås, que es visitado por miles de personas durante cinco semanas.

Participante de la edición 2019,  Andrus Marín Santos habla a Iluminet sobre su experiencia en este importante evento que ha dejado huella para su ejercicio profesional y de cómo llegó a ser diseñador de iluminación. Al respecto platica que en el último año de la carrera de arquitectura trabajó en un despacho donde aprendió mucho sobre procesos constructivos; pasó por residente de obra, después supervisor y la experiencia le facilitó poder incorporarse a despachos de mayor nombre. 

“Me enamoró desde el principio del hecho de recibir un plano y entregar una obra terminada, aunque los procesos son muy cansados, de mucho estrés, mismo que pagué con dos colitis nerviosas”. 

Durante un lapso de obligado descanso se enteró de una oportunidad de trabajo para alguien con experiencia en obra en un despacho que no se dedicaba a construir sino a diseñar iluminación. “Hasta ese momento no tenía en mi radar esa disciplina como tal, aunque sabía que en cada proyecto hay una partida para iluminación a través de la ingeniería eléctrica. Me interesó conocer al respecto aunque tenía claro que lo mío era seguir en la obra”. 

El despacho era Luz en Arquitectura que tenía apenas cinco años de haberse creado. De acuerdo a lo que confía Andrus Marín a Iluminet fue la peor entrevista que hizo en su vida, pues le preguntaron si sabía de iluminación, de programas y de algunos conceptos técnicos, y para todas tuvo como respuesta “no”. La sorpresa vino cuando le dijeron que a pesar de no saber nada de iluminación lo contratarían. Lo que siguió fueron casi diez años de trabajo con experiencias muy satisfactorias. “Agradezco mucho a Kai y Jessica la oportunidad y la confianza. Al inicio me pidieron que aprendiera muy rápido de LEED y de certificaciones para poder tomar ese tipo de proyectos, y ello me llevó a conocer nuevas cosas”.  

Andrus Marín refiere que conocer a fondo todos los procesos que implica una obra le ayudó a resolver problemas que para algunos pueden transformarse en obstáculos.

“Muchas veces contratan al diseñador de iluminación para generar nuevas maneras de resolver la luz. Cuando tienes una forma novedosa de hacerlo y en obra te dicen que no es posible puede ser frustrante. Pero cuando conoces la realización de la obra sabes cómo hacerlo».

Irónicamente dice: “Estamos acostumbrados a escuchar un problema para cada una de nuestras soluciones, entonces tenemos que estar listos para resolver cada uno de esos problemas. Eso es lo que creo que aporté por mi formación”. 

Así como se confiesa apasionado de la luz, también señala que en México hay muy buena mano de obra, instaladores, pero pocas personas que se preocupan por su capacitación. “Tenemos especialistas en electricidad muy buenos que resuelven cualquier problema pero no tienen el conocimiento avalado por una institución para hacerlos técnicos y que puedan superarse. No hay cultura para que la gente que trabaja contigo se supere. En la generación a la que pertenezco estamos impulsando que el conocimiento no sea parte de lo que atesoras, sino que lo compartas y lo hagas circular. En cualquier disciplina en la que estés habrá competidores que posiblemente sepan las mismas cosas que tú, pero si se juntan y comparten el conocimiento se hacen más fuertes y se aseguran de que estén en piso parejo para una competencia más limpia. Además exiges a las siguiente generaciones que tengan un mínimo de conocimientos. 

“Antes se manejaba así: es mi oficina, yo hago las cosas de esta manera y no te muestro cómo las hago por que es mi secreto. Esto hizo que se generaran unos cuantos grandes dioses de la iluminación, cuyo gran mérito es que supieron abrir camino y poner a la iluminación como un tema importante. Pero estaría muy bien que abrieran todos esos conocimientos. Los que venimos atrás tenemos que aprender de los errores en la difusión que ellos cometieron para generar una comunidad auténtica de diseñadores de iluminación».

La experiencia Alingsås

Para acudir al workshop de diseño de iluminación en la población sueca se otorgan diez becas, cinco por mérito académico a estudiantes de maestría de distinto países y el resto se sortean a través de redes sociales. Andrus Marín fue notificado a la conclusión de su master en la UPC que había sido elegido para asistir por su desempeño. 

“Me dieron la noticia y fue como un sueño. Estuve en Alingsås del 19 al 26 de septiembre, una semana de trabajo intenso, arduo y no tienes tiempo de respirar. Es como hacer una tesis express, pues tienes que generar el concepto, la información y realización del proyecto, montarlo y hacer que funcione. Tienes dos días para exponerlo y para mostrar la conclusión”.

En la edición 2019 acudieron 50 especialistas en iluminación, no todos diseñadores de iluminación, de diversos países, a quienes se sumaron 20 estudiantes de electricidad de la ciudad. Los 70 participantes se dividieron en siete equipos de trabajo para llevar a cabo los proyectos, encabezado cada uno por el representante de un despacho de prestigio internacional.

“La tarea del diseñador de iluminación es una labor de venta, más allá de los conocimientos técnicos, de luz y de diseño. Tienes que defender tus conceptos y proyectos ante un cliente, quien siempre es receloso y que va a dudar en todo momento si debe contratar a un diseñador. Lo que entregamos al inicio es un papel y el proyecto terminado se ve hasta el final, momento en que sabrás si el cliente se siente como le dijiste que se iba a sentir al inicio del proyecto».

Ninguno de los miembros del equipo en el que Andrus participó tenía como su lengua primaria el inglés, entonces interactuar con una chilena, un argentino, un iraní, una tailandesa, una catalana y una sueca, siendo dirigidos por un australiano, implicó entender las culturas y las formas de expresión de todos para confluir en un proyecto. Las diferentes perspectivas lo hicieron muy interesante, es una experiencia de vida que me hace entender la importancia de una buena comunicación con el cliente. 

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