El Departamento de Energía de Estados Unidos, DOE por sus siglas en inglés, dio a conocer un reporte del estudio «SSL Adoption by Museums«, que evalúa cómo algunos museos han adoptado el uso de iluminación de estado sólido. El estudio concentra las respuestas que los miembros de la comunidad de museos dieron al trabajo de Jim Druzik y Stefan Michalski «Directrices para evaluar la iluminación de estado sólido en museos».
Fue el Laboratorio Nacional del Pacífico Noroeste el encargado de investigar el uso de las directrices en beneficio, tanto de la comunidad de museos, como la de iluminación, por lo que se considera al reporte una perspectiva muy cercana a la realidad en cuanto a la manera en que los LED están siendo incorporados a la iluminación de museos.
En el reporte se reflejan las necesidades de los museos y sus metas en cuanto a iluminación, como sustentabilidad y ahorro de energía, y sus principales preocupaciones como el daño potencial que pueden sufrir las piezas de museo expuestas a luces inadecuadas, a pesar de ser ahorradoras de energía.
De casi nada en 2009, ahora el LED es el principal tipo de iluminación utilizado en el 40% de los museos, contra el 51% que usan incandescentes, 13% fluorescente compacta, 11% fluorescente lineal y 22% otras, que incluyen haluro metálico, halógeno y luz diurna. De los museos que ya cuentan con LED instalados, 71% respondieron que estarían dispuestos a instalar más, 6% no lo harían y 32% contestaron que, de hecho, ya lo están haciendo.
Para la selección de lámparas, el color, la distribución del poder espectral o SPD y el daño potencial a las obras fueron las consideraciones principales, seguidas por las referentes a eficacia, costo de instalación y aspectos de tamaño y forma de las luminarias. Para algunos museos, es muy importante que el fabricante les inspire confianza. Aunque el 75% de los participantes habían experimentado fallas anteriormente, al cierre del estudio, sólo 2.5% reportó fallas de sus lámparas o accesorios, aunque las causas fueron componentes electrónicos como drivers o alimentadores de energía y no el LED en sí.
En los museos se consideran como barreras para la adopción de luminarias SSL los costos elevados que pueden generar, especialmente por los accesorios, les parece que el proceso de selección es difícil y confuso por la variedad de productos, además de la dificultad para mantenerse al día con los avances de la tecnología. Otro obstáculo es la resistencia al cambio por parte de curadores y personal administrativo y, finalmente, las limitaciones técnicas, como un pobre rendimiento de los atenuadores y potencial mal desempeño del LED de reemplazo y sus accesorios. Los participantes no manifestaron preferencias entre lámparas de reemplazo contra accesorios dedicados al LED, de hecho, la decisión depende del stock existente de luminarias.
En cuanto a color, casi todos indicaron que un CRI superior a 85 sería deseable, dos tercios consideraron un CCT de entre 2700 y 3000 K como valor meta, 60% evaluaron la distribución espectral y sólo 26% requirieron garantía de color.
Cuando evaluaron el daño potencial, la mayoría consideró las radiaciones UV e IR contenidas y cerca de la mitad consideraron las emisiones de longitud de onda corta en el SPD. Otras consideraciones incluyen el tiempo de exposición, CCT, la salida de calor del LED y la composición de los materiales utilizados. Casi todos consideraron las recomendaciones de exposición a la luz con base en la sensibilidad de los materiales, junto con las horas al año de operación del sistema de iluminación.
Para lograr los niveles de baja luz, alrededor de 5fc (50 lux), que incide en las piezas de los museos, se reportó que 42% utilizan atenuadores DALI/DMX, 39% usan los diseñados para cargas incandescentes y 33% no tuvieron atenuadores en las galerías, al mismo tiempo, 12% usaron una combinación de diferentes métodos. Con los atenuadores no diseñados para cargas incandescentes las fallas reportadas incluyen oscilaciones o problemas de encendido.
Además del ahorro de energía que representa la conversión al LED, el bajo potencial de daño y la alta posibilidad de control son otros incentivos para su adopción por parte de los museos. En general, el LED blanco no posee especial problema de color para las piezas de arte, comparado con un equivalente CCT de fuentes de alógeno o fluorescente, además, el estrés fotoquímico, térmico e higrométrico que provoca el LED es menor al del alógeno y mucho más bajo que el de la luz natural.
El reporte concluye destacando que los controles de iluminación pueden eliminar el 60% o más del desperdicio de energía lumínica y permiten a los diseñadores de museos especificar condiciones como luminancia, espectro y tiempo para minimizar el daño mientras provee condiciones visuales óptimas.