Festival Sinsal, un festival que se abre a la luz

El Sinsal, a pesar de su pequeño formato no pasa desapercibido

A finales del mes de julio de cada año en la pequeña Isla de San Simón, que se encuentra en Galicia -cerca de Vigo y más concretamente en la parroquia de Cesantes-, es casi ineludible la cita con el Festival Sinsal, distinguido no sólo por su escogidísimo cartel de músicos y sus estrategias de sostenibilidad (que son ejemplares), sino también por la importancia que sus directores, Julio Gómez y Luis Campos, le otorgan al aspecto cultural que lo rodea. De hecho, en el año 2017 recibieron dos Iberian Festival Awards, uno de ellos el “Premio a las actividades culturales organizadas en el festival”.
Este año el Sinsal ha recibido por segunda vez en su historia el “Premio al mejor festival de formato pequeño”, también de los Iberian Festival Awards; y es que el Sinsal, a pesar de su pequeño formato no pasa desapercibido, siendo muestra de ello que el periódico británico Sunday Times lo seleccionó como uno de los ocho mejores pequeños festivales de Europa en el 2017.


Para este año, desde la directiva del Sinsal se tomó la decisión de darle un lugar de importancia a la luz, para lo que se organizó el campus “Ardentía” entre los días 22 y 24 de julio, días previos a la llegada de los músicos a la isla. En este campus, Laura Iturralde (reconocida artista visual) y Alejandra Montemayor (profesora de iluminación de la Escuela Superior de Arte Dramático  de Galicia), dos iluminadoras provenientes del ámbito de la iluminación escénica pero que también se interesan por la luz en otros aspectos, impartieron dos talleres: uno sobre videomapping y videocreación en directo, y otro sobre técnicas específicas de iluminación con LEDs para instalaciones efímeras.
Dentro de su política de difusión de la cultura, el festival invitó a un total de 20 estudiantes de las Facultades de Ciencias Sociales y de la Educación, de Bellas Artes del Campus de Pontevedra en la Universidad de Vigo, y de la Escuela Superior de Arte Dramático de Vigo, quienes pudieron asistir gratuitamente a esta formación específica. Además, los cursos contaron con una práctica muy especial, puesto que los participantes pasaron la noche del 23 al 24 de julio en la isla realizando diferentes prácticas de videomapping e instalaciones efímeras de iluminación en distintas ubicaciones para poner en práctica lo aprendido.


La oportunidad de tener una experiencia nocturna en la isla de San Simón (que en realidad está formada por dos islotes -el de San Simón el más grande y el de San Antón el de menor tamaño- conectados por un puente), no es tan sólo especial por la belleza del lugar, sino también porque se trata de un espacio de referencia debido a la carga histórica que tiene, y a su importancia en el desarrollo de la ciudad de Vigo como tal: pues ya en el siglo XIX ambas islas funcionaron como lazareto, sucediendo que los barcos que quisieran realizar la ruta americana a menudo tenían que pasar por un período de cuarentena, por lo que la ubicación de San Simón respecto a la de Vigo contribuyó en el aumento de la importancia del puerto de la ciudad. Posteriormente, durante la Guerra Civil Española y una vez terminada ésta, ambas islas se convirtieron en un campo de concentración para presos políticos contrarios al Franquismo; fue por ello que en “Ardentía” se trabajó teniendo como tema de fondo la memoria histórica de la isla en determinadas prácticas, siempre bajo el respeto por el patrimonio natural y cultural de la isla.


Una vez terminado el campus “Ardentía”, y ya con el festival propiamente dicho en marcha, se siguieron impartiendo talleres gratuitos para los asistentes, entre los que cabe destacar la práctica de grabación con cilindro fonográfico realizada por Aleksander Kolkowski; o el laboratorio experimental de arquitecturas llevado a cabo por la arquitecta Iria Sobrino. Además, en su iniciativa de concederle un lugar de importancia a la luz, la escenógrafa e iluminadora escénica Violeta Martínez impartió un taller de fabricación de luminarias de origami.
Sin embargo, el Sinsal no acaba en San Simón, ya que durante los días 7 y 8 de septiembre la música vuelve pero en otro espacio emblemático de la ciudad de Vigo: el Museo del Mar, cuyo proyecto lleva la firma de los arquitectos César Portela y Aldo Rossi. En el marco del evento los asistentes al campus “Ardentía” realizarán varias instalaciones de luz y videomapping, y también se utilizarán las luminarias de origami realizadas en el transcurso del taller en San Simón con el mismo fin.
En definitiva, el Sinsal se presenta como un festival imprescindible, donde convergen la buena música, la sostenibilidad, y la propagación de la cultura y del patrimonio cultural, elementos a los que podemos sumar el interés por la iluminación. Esperamos con ilusión ver en futuras ediciones crecer y consolidarse esta nueva vía preocupada por la luz que se abre en el Sinsal, agradeciéndo el interés por la misma a sus directores.

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