




Cada ciudad del mundo integra un pasado histórico que refleja lo característico de su entorno. En esta ocasión, la arquitectura colonial de Mérida, albergó al tan esperado Festival Internacional de las Luces que interviene el espacio público con las distintas propuestas, tanto de artistas consagrados como de artistas emergentes. David Di Bona —el director artístico y fundador— invitó a diferentes artistas nacionales e internacionales, cuya producción se expande en lo multidisciplinario.
Desde el cielo nocturno se alcanzó a ver cómo la luz blanca de las estrellas se entrelazó con el láser de la obra de iluminación pública, Global Rainbow, de la artista alemana Yvette Mattern, en el Remate de Paseo de Montejo. Este año, el festival cautivó con la presentación de instalaciones e intervenciones lumínicas que dialogan entre la arquitectura colonial y el arte contemporáneo. Los espectadores quedaron sorprendidos por la excelente curaduría de piezas que se lograron adecuar a los diferentes rincones de la ciudad, permitiendo la interacción con el público.




La inauguración comenzó en el Palacio de Gobierno del Estado de Yucatán ubicado en el Centro de la ciudad. En primera instancia nos encontramos con la pieza emblemática Museum of the Moon del artista inglés Luke Jerram, quien sorprendió con la inmensa y rugosa instalación de luna, cuya presencia intervino el Palacio, iluminando el recorrido nocturno que estaba a punto de comenzar.












Siguiendo el camino, nos encontramos con las esculturas lumínicas de la artista australiana Amanda Parer, en la Plaza Grande. Intrude sorprende al público con la representación de los conejos a gran escala que son iluminados por una luz blanca. El statement de la instalación remite a una incomodidad que representa el conejo salvaje australiano, aludiendo a la crisis climática que estamos enfrentando en la actualidad.
















Por otro lado, la producción de los artistas mexicanos vislumbró por la amplia variedad de propuestas artísticas. Tal y como la instalación de Miguel Bolívar, Pájaro Toh, que intervino el Parque de la Madre con la asombrosa y colorida representación de la célebre y hermosa ave —la cual protagoniza la leyenda maya que lleva el mismo nombre— en una escala de tonalidades cromáticas primarias y distintas texturas redondas alrededor de su pecho. La relevancia de esta pieza involucra a los locales de la ciudad, puesto que dialoga con la cultura popular y sus respectivos valores humanos.








En el Parque de Santa Lucía, la pieza de Amauri Sanabria enalteció las tradiciones de su pueblo natal, con respecto a la celebración de las festividades iluminadas con pirotecnia, mediante una estructura de materiales orgánicos —entre ellos, el carrizo, la madera y la hilaza—y tonalidades de luces que denotan a los fuegos artificiales.




En la larga calle de la 60, se seleccionaron instalaciones y esculturas lumínicas que colorearon los edificios coloniales de Mérida, y dialogaron con el espacio, resaltando la creatividad por sobre la tecnología. Una de ellas, es la instalación lumínica Lepidopter de Rodrigo Olvera enfatiza en el estudio del material y la metamorfosis a través de la luminiscencia que con formas orgánicas, va absorbiendo nudos de colores.








Mientras que, la escultura lumínica Faro, de Luis Ramírez, lleva consigo una sublimación bastante personal por la pérdida total del automóvil. El artista conjugó el material del coche y una cámara fotográfica que representan una etapa de su pasado, haciendo del presente un mecanismo para reconstruir la memoria por medio de la nostalgia y de la luz.




Ahora bien, el videomapping Lluvia, sol y refracción de Josue Abraham embelleció mediante el color, las grietas visibles del Estacionamiento del Hotel El Conquistador. En este sentido, le brindó una relectura a la arquitectura que, con el paso del tiempo, la materialidad de las fachadas se deteriora, respondiendo a la naturaleza y lo efímero del tiempo, el artista experimentó con aquel desgaste que permitía la salida a la hierba y el musgo que atestiguan el pasado histórico del edifico.








Resignificar el caminar, cuya actividad repercute en una infinidad de sensaciones, definitivamente fue ejecutado espectacularmente en el recorrido que organizó FILUX 2022. De manera que, estuvo repleto de un conocimiento afectivo, el cual es posible percibir desde el primer momento en el que el espectador conectar con las piezas de los artistas que formaron parte del Festival. Y es que ofrecieron una experiencia interactiva y diversa, por su tan variada selección de obras que presentan una amplia posibilidad llevada a cabo por medio de las texturas, los materiales, las gamas cromáticas y por supuesto, la iluminación.
Cabe destacar que para conocer los proyectos de todos los artistas que formaron parte de la comunidad que integró este año, a través de la página oficial de FILUX podrás conocer las distintas propuestas artísticas que en esta ocasión intervinieron la ciudad de Mérida.
El Festival también se presentará en Valladolid del 1º al 4 de diciembre, y en Tekax del 8 al 10 de diciembre.