El virus SARSCoV-2 ha puesto a científicos de todo el mundo a trabajar horas extras en la búsqueda de herramientas para contener su propagación y acabar con la pandemia del coronavirus COVID-19.
Algunos investigadores han enfocado su atención a la utilización de luz ultravioleta y particularmente en el tipo C que cubre el rango de longitudes de onda entre 100 y 280 nanómetros, de la que se sabe es la que tiene la máxima energía por lo que es empleada como germicida (GUV en inglés) para la desinfección del agua desde hace décadas.
Una de las entidades que ha hecho públicas sus investigaciones al respecto es la Comisión Internacional de la Iluminación (CIE en francés), la cual en mayo de 2020 notificó que no hay datos publicados sobre la eficacia de los GUV frente al SARS-CoV-2, como si los hay para otro tipo de virus.
En nuestros días, fuentes de UV-C se utilizan en varios países para desinfectar quirófanos y otras áreas hospitalarias durante la noche, siempre sin la presencia de personas.
Para llevarlo a cabo, lo más común es colocar equipos especiales en un lugar específico de la habitación, los cuales se montan normalmente por encima de la altura de la cabeza y durante un determinado período de tiempo para desinfectar el aire que circula. Pero no es raro que se utilicen robots que se muevan por el área elegida para realizar la desinfección incluso en las superficies de muebles y equipamiento.
La misma CIE detalla que estas fuentes se han utilizado con éxito para anular la transmisión de tuberculosis y que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó el uso de GUV en la parte superior de las habitaciones como medio para prevenir y controlar esa infección, sin un riesgo significativo de efectos retardados a largo plazo, como el cáncer de piel.
Más allá de hospitales y clínicas
El interés por el uso de equipos de radiación UV-C para limpiar de gérmenes otro tipo de espacios y superficies diferentes a los de hospitales se ha incrementado y se han lanzando al mercado muchos productos UV-C que prometen una desinfección eficiente de las superficies y el aire.
Ante ello, la CIE advierte que las directrices específicas sobre la seguridad de los productos de consumo son responsabilidad de organizaciones internacionales como la Comisión Electrotécnica Internacional (IEC)
Por otra parte, la Comisión Internacional de Protección contra las Radiaciones No Ionizantes (ICNIRP) publicó en 2004 las directrices para la exposición ocupacional a la radiación UV, incluida la radiación UV-C.
En primera instancia menciona que la exposición a la radiación UV en ojos/piel sin protección no debe exceder de 30 J/m2 para una radiación de 270 nanómetros de longitud de onda. En tanto que el límite máximo de exposición para una radiación de longitud de onda de 254 nanómetros es de 60 J/m2 y para una radiación con una longitud de onda de 222 nanómetros, el límite máximo de exposición (peligro de UV con daños a piel y ojos) es aún mayor, unos 240 J/m².
ICNIRP también señala que cuando se trabaja en una zona de irradiación UV, el personal debe llevar equipo de protección como ropa y caretas de uso industrial.
Vale reiterar que los productos que emiten UV-C son muy útiles para desinfectar el aire y las superficies, así como para esterilizar el agua. Sin embargo, la CIE y la OMS no aconsejan el uso de lámparas UV para desinfectar las manos u otras áreas de la piel a menos que esté clínicamente justificado.
Es así que la radiación UV-C sólo puede utilizarse en productos diseñados de manera que cumplan las normas de seguridad o en circunstancias muy controladas que aseguren que no superan los límites de exposición establecidos por las entidades responsables.