La iniciativa para la desaparición de lámparas incandescentes del mercado de Estados Unidos, propuesta por la administración de Barak Obama en 2017, fue derogada por el Departamento de Energía (DOE por sus siglas en inglés) de ese país el 4 septiembre de 2019, lo que suscitó sinfín de opiniones, a favor y en contra.
La ley, que debía entrar en vigor el primero de enero de 2020, establecía un estándar mínimo de eficiencia energética fija en 45 lúmenes por watt, que los focos incandescentes tradicionales con filamento no cumplen y la tecnología LED sí. Estas modificaciones aparecen en la versión 2017 de Ley de Energía Limpia de 2007 e incluía también eliminar gradualmente algunas lámparas halógenas. La idea era que la mitad de los 6 mil millones de lámparas instaladas en Estados Unidos (desde hogares, pasando por negocios, escuelas, hospitales, hasta llegar a vías públicas y más) tuvieran que ser sustituidas durante 2020 y 2021 por otras más eficientes.
Al respecto, el DOE notificó que esta actualización era una mala interpretación de la Ley de Independencia y Seguridad Energética de 2007 y que además supondría mayores gastos a consumidores y empresas por el costo de las lámparas ahorradoras. «Esta acción asegurará que la decisión sobre cómo iluminar hogares y negocios quede en manos de los estadounidenses, no del gobierno federal», publicó la institución en un comunicado oficial.
Por su parte, la Asociación Nacional de Fabricantes Eléctricos (NEMA) se mostró en favor de la medida gubernamental, a pesar de que los Leds representan en la actualidad el 70% de las ventas en la categoría de ‘lámparas generales’ en ese país, y de que se prevé que para finales de 2019 el 84% de las lámparas sean LED y CFL, mientras que los focos incandescentes reducirán sus ventas hasta el 16%.
“Los datos publicados por el DOE muestran cómo la iluminación ha sido la categoría de producto que más ha contribuido a la reducción del uso de electricidad en Estados Unidos en los últimos 18 años. Esta decisión tomada por la administración no afectará la continua y rápida adopción del mercado de la iluminación de bajo consumo en los próximos años”, informó la NEMA.
Cabe destacar que el DOE dictaminó en 2012 los mayores estándares de eficiencia para lámparas tipo A, o tipo “pera”, que son las más comunes. Posteriormente llevó a cabo un análisis para determinar qué otras categorías califican como “iluminación de servicio general” y deberían estar regidas por estándares más altos. Asimismo, se determinó que siete categorías adicionales de focos de uso común deberían cubrirse a partir de 2020, y se establecieron exenciones para otras 15 categorías que no se usan con tanta frecuencia. Aún así hay ciertos tipos de lámparas incandescentes de formas especiales que no están contempladas en la normativa más estricta y de las que se calcula se vendieron 275 millones de unidades durante el primer semestre de 2018.
Medidas que se pueden traducir en pérdidas
Con ironía, Andrew deLaski, director ejecutivo de Appliance Standards Awareness Project (ASAP), declaró que no tiene ningún sentido eliminar los estándares de las lámparas de bajo consumo que ahorrarán dinero a los hogares en las facturas de electricidad y reducirán las emisiones del cambio climático. “En vez de eso, la administración de Trump está del lado de los fabricantes que quieren seguir vendiendo lámparas anticuadas que gastan energía”.
La misma entidad, en colaboración con American Council for a Energy-Efficient Economy (ACEEE), publicó un análisis en verano pasado sobre las repercusiones de la medida de la administración de Trump sobre la reapertura al mercado de los productos incandescentes. En éste se menciona que los consumidores perderían en la factura de electricidad al menos 100 dólares por hogar cada año hasta 2025, algo así como 12 mil millones de dólares en ahorros para el país.
De igual forma refiere que el uso de electricidad en Estados Unidos aumentaría en 80 mil millones de kWh por año, lo que causaría para 2025 más contaminación por parte de sus productores con 19 mil toneladas adicionales de óxidos de nitrógeno, 23 mil toneladas de dióxido de azufre y 34 millones de toneladas métricas de emisiones de dióxido de carbono, con sus respectivos efectos en el cambio climático.
Por otra parte, Noah Horowitz, director del Centro de Normas de Eficiencia Energética del Consejo de Defensa de Recursos Naturales (NRDC), manifestó su inconformidad: “Exploraremos todas las opciones, incluidos los litigios, para detener esta acción completamente equivocada e ilegal. Dado el empeoramiento de la crisis climática, este no es el momento de aumentar significativamente la contaminación y las facturas de energía de los consumidores para que algunas compañías de iluminación puedan ganar más dinero vendiendo lámparas ineficientes».