Por Juan Carlos Hernández
Como si fuera un antropólogo, la luz puede “recrear” la historia a partir de la interacción con los componentes de determinado objeto, y es que “los materiales dicen mucho”, así lo señala el Dr. José Luis Ruvalcaba del Instituto de Física de la UNAM, quien, junto con su equipo, utiliza diferentes tipos de luz para descifrar el pasado de objetos considerados patrimonio cultural e histórico; esto como parte del proyecto ANDREAH “Análisis No Destructivo para el Estudio del Arte, la Arqueología y la Historia”.
“Usamos luz para observar. Determinamos cómo se absorbe o emite, es decir, cómo interactúa con los materiales”, y es que la luz puede interactuar de muchas formas, pero básicamente la absorción y emisión son las que permiten conocer la composición química del material, también existen variaciones de interacción según el tipo de luz empleado: visible, UV, infrarrojo, etc., ya que cada uno cuenta con una longitud de onda y energía diferentes.
Antes de entrar al espacio donde están los equipos utilizados para el análisis con luz, nos comenta que el método se emplea de dos formas: una utiliza cámaras especiales que permiten ver los diferentes tipos de luz y formar imágenes; y otra con el uso de espectrómetros, que actúan como un prisma: “se desmenuza la luz con estos equipos para poder inferir los químicos existentes en el material”.
“La luz se absorbe o dispersa de una manera determinada, eso es lo que tratamos de medir en las imágenes o con los espectrómetros. Los Rayos X, por ejemplo, penetran el objeto, su uso nos arroja información de cómo se absorben o remiten los elementos químicos que contiene el objeto estudiado; mientras que la luz visible, por ejemplo la del láser, da información sobre las moléculas que lo componen, porque la energía que se implementa las hace vibrar, esto sucede también con la luz infrarroja”.
Entramos al espacio, y una estudiante de Química de la Universidad de Guanajuato (Griselda) observa unas muestras de cerámica de un sitio arqueológico de ese estado como parte de su tesis de licenciatura. Aprende a “caracterizar la cerámica prehispánica”, señala el Dr. Ruvalcaba, y agrega: para el análisis “utilizamos Rayos X para obtener el espectro del material” donde se aprecian elementos como aluminio, silicio, calcio, titanio, potasio, manganeso, hierro, etc., que componen la cerámica. Esta información puede determinar el tipo de arcilla que se utilizó, los cambios derivados de las diferentes cronologías, las técnicas, y saber si la cerámica es local o si fue traída de un lugar lejano.
Recorremos la habitación donde están los equipos. El Dr. José Luis explica uno por uno su funcionamiento o metodología y los resultados que ofrecen:
Después subimos a la planta alta del laboratorio, a la “Materioteca”, espacio donde se guardan diferentes muestras de minerales, resinas, pigmentos puros y vidriados… “con los que hacemos pruebas previas antes de estudiar los objetos de los museos”, dice el Dr. Ruvalcaba, quien al mismo tiempo nos presenta una tabla cuadriculada con muestras de resinas y otra de pigmentos.
Salimos del laboratorio y nos dirigimos a la nave contigua, donde está el Acelerador Pelletrón, con él se realizan los análisis de haces de iones: se hace interactuar un haz de luz de protones con materia para generar emisiones secundarias de rayos X y Gamma característicos de los químicos que componen determinado objeto.
Los protones, que son generados en el mismo acelerador, viajan en un tubo de varios metros (haz de protones) donde adquieren velocidades de hasta 6 mil Km. por segundo: “en dos segundos llegan a Europa y en otros dos regresan. Y eso todavía no es relativista, son velocidades bajas para el nivel de la naturaleza”, nos explica el Dr. Ruvalcaba para aumentar nuestra impresión al escuchar el dato.
¿Qué información piden los museos o arqueólogos cuando solicitan los servicios de ANDREAH?
“A veces nos piden aspectos muy puntuales, como el tipo de pigmento que hay en un entierro, o en el caso de las pinturas se investigan las recetas y las técnicas de preparación. Otras veces realizamos estudios más profundos, por ejemplo, en las Higueras, Veracruz, donde las pirámides de las ruinas albergan pinturas murales compuesta de varias capas, ahí hicimos el estudio para determinar las diferentes épocas a las que han sobrevivido y la relación entre ellas. En el caso del oro se determinan las aleaciones y la tecnología de fabricación”.
Nos cuenta que el equipo de ANDREAH tuvo la oportunidad de estudiar el ajuar de Pakal, en el que se identificaron los tipos de minerales que lo componen: los collares, los anillos, el pectoral… “y determinamos la procedencia del jade utilizado, esto para entender las rutas de acceso y los centros de producción con que contaba Palenque en esa época”.
“Hemos trabajado con prácticamente todos los museos nacionales del país, y en varios regionales: Museo Nacional de Antropología, Museo Nacional de Historia, del Virreinato, entre otros; varios museos han solicitado o colaborado en una investigación con alguna pieza de sus colecciones, además los equipos utilizados son portátiles”, así se ha viajado a Yucatán, Chiapas, Jalisco, Zacatecas, y otros estados para estudiar códices, el Acta de Independencia, a la Reina Roja, los tesoros de Monte Alban, y varias pinturas. Esta característica del equipo es una de las más importantes, ya que se evita el riesgo de dañar la pieza a estudiar porque no es necesario moverla de lugar.
Sobre la idea de usar la luz para realizar este tipo de estudios, el Dr. José Luis cuenta que viene de tiempo atrás, en Europa, donde existieron laboratorios que realizaban mediciones de radiografía, uno de los primeros métodos de exploración de obras de arte. En ellos notaron la posibilidad de hacer imágenes de personas y de objetos, por lo que se comenzó a estudiar contenidos de cerámica y esculturas.
Por otro lado, dice el Dr. Ruvalcaba, “la experiencia de trabajar con un equipo multidisciplinario es muy enriquecedora, y ha sido un proceso de aprendizaje porque no es sencillo establecer el diálogo entre las humanidades y las ciencias, debido a que hay formaciones muy especializadas, por ello es importante hacer un esfuerzo en la comunicación y tener claros los alcances y los requerimientos de una investigación para realizarlo de mejor manera”.
Finalmente señaló que el trabajo de ANDREAH lleva 15 años, cuando comenzaron a utilizar los aceleradores de partículas para analizar materiales. “Es una línea de investigación que tiene mucho futuro, no sólo para conocer el patrimonio cultural, sino para conservarlo”, pero también se piensa en su posible uso en otros campos, por ejemplo en la medicina, donde podría utilizarse para determinar algunas enfermedades con el mismo proceso de análisis.
Nos despedimos aún sorprendidos, al Dr. Ruvalcaba se le ve entusiasmado, como quien presume juguete nuevo. Satisfechos de conocer una nueva posibilidad práctica que ofrece la luz salimos del laboratorio.