Cómo proteger materiales y obras sensibles a la luz

Mantener los luxes por debajo de 200 es solo el primer paso para mantener en buen estado colecciones y documentos antiguos.

Una de las prioridades que tienen los museos, galerías o archivos históricos es mantener sus colecciones en la mejor condición posible. El paso del tiempo en combinación con el polvo, insectos o la luz son factores que decoloran el papel, las telas, obras de arte, fotografías, entre otras piezas.

El principal responsable de generar las reacciones químicas que llevan al gradual desgaste de estos materiales suele ser la luz del espectro ultravioleta, el cual se ve reflejado en el blanqueamiento y coloración amarillenta del papel y otros materiales orgánicos. Sin embargo, la luz visible también puede llegar a ser un problema. La intensidad y los largos tiempos de exposición pueden provocar desvanecimiento de pigmentos o cambio de color en tintes y colorantes. Todos estos cambios pueden disminuir la legibilidad, afectar la apreciación estética o entorpecer el acceso a la información contenida en ellas.

Como sabemos, el espectro visible de la luz va de 740 nm hasta aproximadamente 380 nm. La radiación ultravioleta se encuentra justo debajo del límite corto del espectro y la radiación infrarroja (IR) se encuentra por encima del extremo largo. Y si bien, no son visibles ambos son altamente dañinos. La radiación UV debilitará y manchará los materiales, mientras que el IR hará que la superficie de los objetos se sobrecalienten, por lo que es necesario tomar en consideración estos aspectos cuando se plantee un proyecto de iluminación en espacios donde se conviva con objetos vulnerables a la luz.

Otro factor que se debe de tomar en cuenta es la temperatura de color. Debido a que las lámparas fluorescentes y los LED vienen en una amplia gama de temperaturas, hay que asegurarse de verificar las especificaciones de cada equipo de iluminación que se desee instalar. Por ejemplo, la luz más fría (3500-5000K) aumentará el contraste de los objetos, lo que puede ser deseable para su apreciación, aunque puede alterar la apariencia del objeto. Debido a esto, los profesionales en conservación prefieren la luz cálida (2800K) cuando los niveles de lux son bajos.

En general, los niveles de luz visible se pueden medir con luxómetro, la intensidad absorbida es posible con un espectrofotómetro de iluminancia o los grados de radiación ultravioleta con un monitor UV, pero en caso de no contar con ellos, conviene suponer que la luz solar, las lámparas fluorescentes o de halógeno tendrán un índice superior al recomendado con alrededor de 75 microwatts por lúmen (µW/lm), que resulta en la necidad de integrar filtros especiales.

Otro método para reconocer el daño potencial sobre materiales delicados debido a la intensidad de luz y longitud de exposición es el uso de tarjetas estandar de lana azúl (ISO´s Blue Wool standard). Cada tarjeta presenta siete muestras de tela de lana teñida con tintes azules de diferentes grados de solidez que se utilizan para corroborar los niveles de resistencia a la luz. Dicha muestra permite controlar la exposición neta de luz sobre los objetos en exhibición y alertar a los conservadores para ajustar la intensidad de la iluminación. Este tipo de estándar fue adoptado por las recomendaciones ISO (Organización Mundial de Normalización) y por la British Standard.

Cada sección requiere aproximadamente el doble de exposición a la luz que la sección anterior para desvanecerse en el mismo grado. La sección ISO 1 es la más sensible, mientras que el nivel 8 es más estable. En ausencia de luz ultravioleta, se requieren aproximadamente 400,000 horas lux para causar un desvanecimiento notable para el nivel ISO 1 (aproximadamente 45 años) y 900 millones de horas lux para el nivel ISO 8 (mas de 100 mil años).

Dado que la sensibilidad de las primeras muestras en la tarjeta corresponde a materiales sensibles a la luz, como acuarelas y textiles, los resultados ofrecen una idea general de la cantidad de daño que se podría esperar si los materiales se exhibieran durante el mismo período de tiempo al nivel de luz actual en esa ubicación.

Un punto desfavorable respecto a este sistema es que se han hecho intentos para medir cuánta exposición a la luz es necesaria para decolorar las muestras y los resultados no suelen ser definitivos, ya que los índices de decoloración se pueden relacionar con otros factores además de la luz como la temperatura o la humedad.  En la mayoría de los casos, una correlación general entre la sensibilidad del artefacto y la escala del estándar Blue Wool será suficiente para permitir una toma de decisiones más informada.

También es frecuente que los espacios de exposición tengan entrada de luz natural, lo que beneficia la interacción con los espectadores, ofrece un ambiente fluido y ahorra gastos de energía, pero como es de suponerse, no favorece a los objetos exhibidos. Algunas estrategias que se pueden considerar para disminuir los daños son:

  • Proteger cualquier material que pueda ser susceptible a daños por la luz, como fotografías o acuarelas enmarcadas, alejándolas de cualquier luz directa
  • Acristalamiento con vidrio de bloqueo UV o exhibir facsímiles de buena calidad.
  • Instalar sistemas de control para mantener las luces apagadas cuando los espacios no estén ocupados, especialmente después de las horas de exhibición.
  • Cubrir ventanas y tragaluces con película y cortinas con bloqueo UV

Sobre esto último, pueden ser claros o tintados (también funcionan para filtrar la luz visible) y muchos pueden actuar como aislante de calor. La película de filtro UV es más efectiva si cubre la superficie en la que se coloca por completo para que toda la luz pase a través de ella.

En términos generales, las colecciones pueden estar en exhibición durante tres o cuatro meses en un rango de 50 a 150 luxes y no mostrar decoloración (un nivel de 50 luxes es similar a la iluminación de la sala de estar de una casa en la noche).

Los niveles de luz más bajos son necesarios para materiales sensibles a la luz como acuarelas, fotografías, cuero, textiles y estampados. Los materiales sin color (texto impreso, fotografías en blanco y negro, manuscritos de tinta negra de carbón, etc.) se pueden exhibir hasta 150 luxes. Es aceptable ajustar la intensidad de la luz hacia arriba o hacia abajo dentro de este rango dependiendo de la sensibilidad de los materiales. Los que sean muy sensibles o frágiles deben mostrarse con cuidado o solo mostrarse como facsímiles. Ningún papel, madera, cuero, textil u otro objeto orgánico debe estar en exhibición permanente.

Lirios de Vicent van Gogh (1890) – Met Museum. A la izquierda en su estado actual y a la derecha una reconstrucción digital con sus colores originales.

Una manera sencilla de medir el daño a los materiales es el nivel de luz multiplicado por el tiempo de exposición (medido en horas/lux). Por ejemplo, un objeto encendido durante 10 horas al día a 50 luxes durante 100 días tendría un nivel de 50,000 lx/h. En otras palabras, lo ideal sería que anualmente los materiales sensibles a la luz deberían estar en exposición con un máximo de 50,000 lx h, independientemente de si se mostrarán anualmente o no. Al considerar cuánto y con qué frecuencia se debe exhibir un artículo, siempre tenga en cuenta que el daño leve es acumulativo e irreversible. Para utilizar este principio de manera efectiva, se deben mantener buenos registros de la duración de las exposiciones y los niveles de luz reales.

En última instancia, cada institución debe decidir sobre un límite superior aceptable de exposición (es decir, un cierto número de horas lux por año) para los objetos exhibidos, que pueden diferir para diferentes partes de la colección de la institución.

Hay un frase muy frecuente entre las personas especializadas en la conservación del patrimonio material que dice: La mejor luz es ninguna. Este oximoron (figura literaria que usa dos conceptos contradictorios para generar una tercera idea) cobra sentido al tratar de comprender de qué manera una pieza o texto antiguo se puede perder por completo al momento de intentar mantener presente su memoria.

Es todo un reto encontrar un punto de balance entre ambos objetivos, ya que ninguno es inferior al otro. Es posible que en museos de alto perfil ya no consideren como grave este tipo de situaciones, sin embargo, en museos más pequeños y con menor capacidad de control sobre su iluminación, deben ser capaces de considerar distintas estrategias para concentrar sus esfuerzos en reducir estos riesgos.

FUENTES

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