Con una afluencia que llenó el salón principal de la Casa Cristo de Luis Barragán, el Colegio de Arquitectos del Estado de Jalisco fue anfitrión de la plática mensual de la IES en Guadalajara.
El ingeniero Alberto Acevedo, director de Troll México, deleitó a los invitados con una probadita del proyecto de La Basílica de La Sagrada Familia de Antoni Gaudí en Barcelona, y de los retos que enfrentó esta compañía para iluminar la majestuosa obra. En contraste con la mayoría de los actuales proyectos para templos y catedrales antiguas, donde se realiza la iluminación exterior de fachadas y torres después de concluida la construcción, el proyecto en el que estuvo involucrada Troll consistió en iluminar los interiores de la basílica, a tiempo con su construcción.
El proyecto de iluminación, que abarcó desde 2005 hasta 2010, sólo comprendía el interior de la nave principal porque gran parte de la fachada y la monumental torre central siguen en construcción. A lo largo de ese lapso se trabajó muy de cerca con el equipo de arquitectos a cargo de continuar la edificación.
Como antecedente histórico, el ingeniero Acevedo nos recordó que a la muerte de Gaudí, en 1926, y 44 años después de iniciada la construcción de la basílica, el proyecto llevaba menos de la cuarta parte de su progreso total, actualmente pronosticado para terminar en 2026. El artista nunca tuvo un plan completo para la obra, siempre dejando espacio para improvisación; y se suma a esto el hecho de que con la Guerra Civil Española la mayor parte de la documentación original de Gaudí se perdió, quedando apenas algunos planos y un modelo de yeso muy dañado. Es así que uno de los principales retos arquitectónicos ha sido continuar con el estilo de Gaudí pero al mismo tiempo asegurar que la basílica siga siendo una obra actual, es decir, hacer lo que Gaudí estaría haciendo si continuara con vida.
En el ámbito de la iluminación Gaudí estaba adelantado a su época, diseñó verdaderos luminarios que los iluminadores solamente tuvieron que llegar a electrificar con las nuevas tecnologías dijo Acevedo.
“La cualidad esencial de la obra de arte es la armonía, que en las obras plásticas nace de la luz, que da relieve, decora”. Antoni Gaudí
Una de las prioridades originales, y principales retos del proyecto era el lograr la completa integración de la iluminación artificial en la arquitectura, sin interrumpir la aportación de luz natural; además, el proyecto de iluminación debía recrear los efectos que, durante el día, el Sol generaba en el interior. Pero el genio y la visión de Gaudí no siempre simplificaron las cosas para los iluminadores, pues las entradas de luz natural cenital y el “bosque” de columnas probaron ser verdaderos retos. Como comentó Acevedo, se tenían bóvedas y torres con alturas interiores de 14 a 60 metros y era necesario alcanzar en piso niveles de alrededor de 100 luxes con muy alta uniformidad.
Para la realización del proyecto se diseñaron algunos luminarios nuevos, aunque otros salieron de la gama existente en mercado, con pequeñas modificaciones para acomodarlos a las necesidades específicas. En la selección de soluciones se buscó la facilidad de instalación y el mínimo mantenimiento. “No hay eficiencia sin limpieza” dijo Acevedo, para explicar la importancia de un luminario bien sellado que mantiene sus elementos limpios aportando hasta 69% más luz que uno con polvo en el lente y reflector.
‘Para las soluciones de más difícil acceso se utilizaron luminarios LED con los que se iluminaron bóvedas y se hicieron baños de muros, así como la acentuación de vitrales en los tragaluces cenitales. Sin embargo, para la iluminación general se utilizaron luminarios HID de aditivos metálicos con haces tan estrechos como 10 grados de apertura, para compensar por las grandes alturas. El ponente explicó que la iluminación LED no estaba lista para esta solución en particular, por la mayor salida luminosa y control fotométrico que se podía conseguir con su contraparte de descarga.
Al cierre de su ponencia, el ingeniero Acevedo, asistido por la diseñadora Luisa Medel, demostró el luminario LED en forma de dona que se diseñó para iluminar los vitrales cenitales; con sus 48 watts y ópticas dobles, se logró iluminar los vitrales homogéneamente recreando el efecto de la luz natural pero siendo suficientemente esbelto para no obstruirla durante el día.
En la sesión de preguntas se tocaron temas muy interesantes. Se hizo la comparación entre iluminar una persona para fotografiarla e iluminar un espacio para vivirlo, entendiendo al sujeto, decidiendo qué mostrar e interpretando el efecto o sensación a transmitir. También se habló de que no sólo se debe hacer arquitectura en planos, sino que debemos pensar en todos los elementos que conforman un ambiente, para mejorar la calidad del espacio público.
Para finalizar la noche se enfatizó el hecho de que México no solamente está listo para proyectos de esta envergadura, sino que cuenta ya con varios ejemplos realizados con calidad e impacto similares, por lo que los diseñadores y especificadores no deberían sentirse limitados, y por el contrario deben seguir impulsando la realización de estos proyectos con la maestría técnica y artística que merecen.
Texto y fotos de Oscar Sánchez de Zulueta, Artenluz.