Poco después de la conformación oficial de la Illuminating Engineering Society en 1906 se comenzó con una importante producción de investigaciones y estudios con el objetivo de estandarizar el conocimiento que se iba conociendo en torno a la iluminación eléctrica. Si bien, mucha de la información se podría considerar obsoleta en la actualidad, cabe hacer un reconocimiento a todo ese trabajo de investigación realizado por décadas.
En los archivos digitales de la IES se encuentra una basta colección de estos documentos que se escribieron a partir del siglo XX. Entre los temas que se abordan se pueden encontrar mediciones y fotometría, efectos no visuales de la iluminación, alumbrado público, desarrollo de ópticas y un largo etcétera.
Uno de ellos, denominado Prismatic globes and reflectors escrito por Van Rensselaer Lansingh en 1907, menciona cómo los fenómenos de reflexión y refracción, a pesar de estar presentes como fundamentos de la física desde tiempo atrás, su interacción con la iluminación artificial era muy reciente (recordemos que habían pasado apenas 20 años de la patente de Edison). Por lo que muestra una serie de criterios básicos en cuanto a las ópticas con las que se contaban en aquellos años:
El «globo prismático», como se diseñó originalmente, consiste en un conjunto de prismas difusores verticales internos. La función de estos prismas es simplemente romper o difundir los rayos de luz. Los prismas externos horizontales son generalmente compuestos, es decir, constan de caras refractantes y reflectantes.
Debido al hecho de que los rayos pueden curvarse o refractarse en una cantidad determinada, se aprovecha tanto el ángulo crítico como el de reflexión total, de tal forma que, donde se desee curvar la luz más de lo que es posible por refracción, la cara del prisma estará diseñada para reflejar el rayo hacia la superficie inferior del prisma. Esto muestra cómo a través de un diseño correcto de las superficies de cada prisma se puede obtener casi cualquier distribución deseada.
Por esta razón, cada globo está diseñado para un tamaño y forma determinados de la fuente de luz. Esto si se usara una lámpara eléctrica de 10 candelas (aproximadamente 107 luxes) con el portalámparas y el soporte estándar y alrededor de ella se colocara una esfera prismática de ocho pulgadas, diseñada principalmente para una lámpara de energía de 32 candelas, los resultados no serían satisfactorios por dos razones:
- La luz rayo no incidiría en los prismas en los ángulos correctos
- Porque una cantidad tan pequeña de luz difuminada sobre el amplio de la superficie parecería tenue.
En cuanto al alumbrado público, hace los siguientes comentarios:
En alumbrado público tenemos dos propuestas a las que atender en lo referido a la distribución de la luz:
- Tomar los rayos que naturalmente estarían por encima de la horizontal y curvarlos para que queden entre la horizontal y 15° por debajo.
- Proyectar la mayor parte de la luz hacia arriba y hacia abajo en la calle en lugar de hacerlo equitativamente en todas las direcciones.
Vemos que con una lámpara de potencia de 32 candelas hemos aumentado la luz hacia arriba y abajo en la calle (lo que actualmente lo podemos considerar como impensable) en los ángulos deseados a la potencia de 51 candelas, a expensas de la luz lateral que ha disminuido a 22 candelas. Es evidente que este principio se puede llevar a cabo en el diseño de todo tipo de globos donde se desee una distribución horizontal desigual, como para vestíbulos, pasillos, etc.
La principal objeción de este tipo de globos para alumbrado público serían los efectos del polvo, por lo que probablemente sería necesario encerrarlo en alguna forma de linterna. Sin embargo, se están haciendo intentos para diseñar estos globos con el interior y el exterior perfectamente lisos, con los prismas que se difuminen y se redirijan dentro del vidrio. Si esto se puede hacer, marcará un paso importante en los métodos modernos de alumbrado público.
Ahora se están diseñando reflectores para alumbrado público capaces de arrojar gran cantidad de luz hacia arriba y abajo de la calle, cortando en gran medida la luz que se dispersa hacia los lados. De modo que podamos esperar que cuando los experimentos con este tipo de reflectores lleguen a una concordancia satisfactoria, podamos obtener casi el doble de eficiencia en la iluminación de nuestras calles.
Al reflexionar sobre los estándares de iluminación de principios de 1900, es evidente que la visión y el enfoque ha dado un importante giro en estos últimos 100 años. Y es algo obvio, el conocimiento no se detiene y quizás nunca lo haga.
Quién sabe, quizás dentro de un siglo, los futuros ingenieros y diseñadores se encuentren en la misma situación de voltear al pasado tanto para ver el camino que se ha recorrido, como para reflexionar que la importancia que se le atribuye a la iluminación no cambia, pero si su enfoque y prioridades.
FUENTE
Felicidades Iluminet por recordarnos la importancia de conocer los fundamentos técnicos de la ciencia de la iluminación. Los archivos digitales de la IES incluyen decenas de documentos de gran valor para todos los interesados en la luz.