Una de las frases más recurrentes dentro de la industria de iluminación es que “la tecnología se encuentra en una constante evolución”. Siempre en la búsqueda de mayor eficiencia, en el desarrollo de mejores sistemas de control o en encontrar opciones que posibiliten una relación más amigable con los usuarios.
La cuestión ambiental también ha estado presente, con frecuencia desde una perspectiva de ahorro energético o de materiales más ecológicos, lo que es importante pero solo es un eslabón más en esta “evolución”.
El siguiente paso implica incluir con fuerza el tema de la contaminación lumínica, pues lo que en un inicio solo se consideraba como un daño colateral o un mal necesario, ahora se toma con seriedad debido a las evidencias de sus efectos nocivos en la salud humana y en el ambiente. Sus repercusiones se pueden observar en los ciclos biológicos de plantas, anfibios, aves, insectos o mamíferos, al igual que en la disminución de la calidad del firmamento, que es parte del patrimonio de la humanidad.
Uno de los casos donde se puede observar directamente el efecto negativo de utilizar las luminarias incorrectas es en las zonas costeras durante la época de anidación de las tortugas. Esto se debe a que la superficie acuática refleja la luz del cielo nocturno con mayor intensidad y esta es la señal para que las tortugas que recién salen del cascaron se dirijan hacia el océano.
Es aquí cuando una iluminación deficiente cerca de las costas contribuye a que las crías de tortuga confundan la luz emitida por las luminarias con aquella que por instinto les indica el camino al mar.



Otro escenario donde una mala elección en luminarias puede ser contraproducente es en ciudades o pueblos turísticos, que a falta de una buena planeación se enfrentan constantemente con problemas como desperdicio energético, inversiones económicas excesivas, altas emisiones de carbono o espacios saturados innecesariamente de luz (y por consecuencia, un cielo nocturno deteriorado).
Y aunque la alternativa ideal sería mantener la iluminación al mínimo (o en completa oscuridad), lo más correcto es buscar soluciones que permitan una iluminación correcta y agradable para los usuarios, sin afectar en gran medida el ciclo natural de la fauna local ni contribuir a los niveles de contaminación lumínica.








Uno de los principales enfoques para elegir correctamente es conocer la capacidad de control del flujo luminoso de una luminaria para evitar la luz intrusa, así como considerar temperaturas de color más cálidas. Un ejemplo son los modelos de alumbrado exterior de Simon que cuentan con tecnología Istanium LED con un valor FHS (Flujo Hemisférico Superior) por debajo del 1% lo que permite iluminar solo en las zonas deseadas mientras mantiene una uniformidad lumínica gracias a sus sistemas ópticos.
Dentro de esta gama denominada Istanium se pueden encontrar diversas series todas con la opción de usar temperaturas de color de hasta 2200K para una iluminación más amigable con el ambiente:








Para adecuarse a una vida más sana es importante reconocer que se deben cambiar algunos antiguos hábitos, lo mismo sucede con la iluminación y los proyectos a futuro. Sabemos que la responsabilidad es compartida entre usuarios, diseñadores y empresas. En esta ocasión Simon ofrece alternativas que favorecen un mayor equilibrio entre las necesidades urbanas y el medio ambiente, es cuestión que como consumidores se consideren estas opciones que contribuyan a generar entornos nocturnos más saludables.
[box] Para mayor información puede contactar directamente con un asesor al correo paulina.mendoza@simonelectrica.com o dejar un comentario aquí mismo [/box]



