Nuestra vida cotidiana ha dado por sentado al cielo. El Sol sale cada mañana, la Luna por la noche, las estrellas están allá arriba (aunque ya no las veamos) y todo mantiene un perpetuo ciclo dentro de esta realidad que llamamos Universo.
Para llegar a esta condición de completa seguridad respecto a nuestro cielo, la humanidad recorrió un laborioso y creativo camino que dejó como evidencia el intelecto e ingenio de quienes estuvieron antes que nosotros. Tan solo con revisar algún libro de mitología de cualquier cultura antigua, o conocer un poco sobre sus respectivas construcciones, nos podemos dar una idea de la gran dedicación por conocer y darle sentido a los fenómenos astronómicos.
Uno de estas manifestaciones, quizás de las más importantes, fue trazar el recorrido del Sol para permitir organizar el tiempo, las estaciones y los rituales. Y un ejemplo que destaca por su precisión, su significado y su belleza es el pasaje del cenit del Sol en la cueva/observatorio en Xochicalco, en el estado de Morelos.
La importancia de esta manifestación para los pueblos mesoamericanos es que permitía el anuncio de la temporada de lluvias y por lo tanto, el inicio del ciclo de cosechas. De igual forma, se ha estudiado que estos rayos funcionaban para medir y corregir desfases en sus calendarios, así como un para indicar la latitud geográfica.
Este fenómeno implica la posición totalmente vertical del Sol sobre el punto más alto en el cielo y solamente se presenta en ciertas partes del mundo con latitudes tropicales. En los Trópicos de Cáncer y Capricornio, estos eventos coinciden con los solsticios, mientras que en el cinturón intermedio ocurre 2 veces al año en fechas que varían dependiendo de la latitud geográfica.
Una de las razones por las que en Xochicalco se dio un florecimiento en el estudio de los astros y las matemáticas (es de los pocos sitios del centro del México donde se mostraba un marcado interés por labrar fechas en piedra), es porque a partir de la segunda mitad del siglo VII d.C. floreció el intercambio cultural con Teotihuacán, la zona mixteca, los pueblos de la costa del Golfo y la zona maya.
Hay que señalar que en México hay otros recintos prehispánicos desde donde se puede apreciar como en la estructura P en Monte Albán, Oaxaca, la cueva 1 de Teotihuacán en el Estado de México o las cuevas de Tzinacamóztoc en Cantona en Puebla.
Lo que hace especial al observatorio de Xochicalco es su nivel de sofisticación para medir el tiempo, ya que no solo se construyó una compleja bóveda de la cual parte un largo conducto, sino que en la boca de éste se levantó una especie de recipiente en el cual se colocaban filtros de cerámica con orificios que sirvieron para manipular la luz cenital de una manera muy precisa.
Para las culturas mesoamericanas, el Universo ha pasado por 5 etapas desde su creación, comandados por el Sol que representaba a un dios con su propia era cósmica. Actualmente se puede definir que seguimos en el quinto llamado Olintonatiuh o Nahui-Ollin, el Sol de terremoto o movimiento.
Este dato cobra relevancia al recordar que el próximo 16 de mayo se festeja el Día Internacional de la Luz y en México comenzará la fiesta cuando el Sol pase por el cenit del observatorio de Xochicalco, momento preciso en que los fenómenos naturales y la mente humana convergen para recordarnos que en esencia no somos diferentes a quienes observaban las estrellas en ese mismo recinto hace más de 10 siglos, asombrados por la luz, perseguidos por el tiempo tratando de medirlo, controlarlo y darle un sentido dentro de nuestras vidas.
«El nombre de este Sol es naollin. Éste ya es de nosotros, de los que hoy vivimos. Esta es su señal, la que aquí está, porque cayó en el fuego el Sol en el humo divino […]. Fragmento de Leyenda de los soles, 1558.»
[box] «Gracias al uso de instrumentos de observación, el sabio xochicalca conocía la posición que ocupaban los cuerpos en su aparente paso por la bóveda celeste; gracias a ellos se llevaba con gran precisión la cuenta astronómica del tiempo. Observaciones directas en el sitio notaron que en días clave del calendario, como los solsticios y días de paso cenital, el Sol sale sobre cúspides de montañas. Desde la Acrópolis de Xochicalco, el día de paso de su paso por el cenit, el Sol sale atrás de la cúspide del Popocatépetl; esa misma fecha, a medio día, dentro del observatorio vemos sus rayos entrar verticales, confirmando el evento.» Rubén Bernardo Morante López, Ciclos culturales y astronómicos en Xochicalco, Morelos. [/box]
Bibliografía
Zenith and Nadir Passages of the Sun in Mesoamerica
Ciclos culturales y astronómicos en Xochicalco, Morelos
Arqueología Mexicana núm. 15
Observatorios astronómicos en tubos de lava mesoamericanos