[box]Para complementar la información de este artículo se realizará un webinar a través de nuestro Facebook y Zoom el día jueves 4 de junio de 2020 a las 12:00 hora CDMX y 19:00 hora Barcelona.
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Me gusta decir que grafiar la luz representa comunicar de manera visual una atmósfera, un momento o un espacio en código de luz.
Es importante tener en cuenta que la clave no está en la herramienta o recursos que podemos llegar a emplear para representar una idea, ya que esto que podría ser una limitante para la creatividad, sino que previamente hay un proceso de análisis y conceptualización creativa. Si bien es cierto que la representación de una idea tiene tanto valor como la idea misma, antes de abordar esa tarea es necesario tener muy claro lo que queremos lograr, para, posteriormente, pasar a definir y perfeccionar el uso de la herramienta que nos permitirá llevarlo a cabo.

En algunos casos, la experiencia hace que podamos ser más hábiles o eficaces en esta labor, pero todos quienes nos dedicamos a diseñar en el ámbito de la iluminación hemos pasado o debemos pasar por este proceso de sensibilización y aprendizaje respecto a la naturaleza de nuestra materia prima, la luz. Ya que si no transitamos por este proceso de interiorización, intentando crear directamente en un software, como puede ser Photoshop, podemos enfrentarnos al síndrome del papel en blanco. En otras palabras, es como para un arquitecto pretender diseñar directamente en AutoCAD sin reflexionar previamente.
Por ello, es necesario este proceso de sensibilización, el cual consiste en despertar y entrenar a los sentidos para percibir el comportamiento de la luz bajo distintas circunstancias.
Como docente en varios programas académicos en diseño de iluminación arquitectónica, lo primero que planteo al encontrarme a un nuevo grupo de estudiantes es que, antes de representar la luz, debemos saber cómo funciona. Es decir, no podemos representar algo que no sabemos cómo se comporta.
Por nuestra propia naturaleza humana sabemos muchas cosas sobre la luz, pero son temas en los que nunca nos detenemos a pensar, analizar y menos a comunicarnos a través de su lenguaje. Tenemos ejemplos en todas partes, pero debemos tomarnos un momento para observarlo con mayor detenimiento, ya que la luz está en nuestro día a día, en nuestros espacios y en el arte en general. De manera especial la encontramos en la pintura, en las artes escénicas y en el ámbito audiovisual. Si observamos su comportamiento con atención, podemos entrenar a nuestros sentidos, para percibir la luz de manera más consciente y sensible.
A diario funcionamos a través de la iluminación en espacios tan cercanos como nuestros hogares, pero no nos paramos a analizarla en profundidad o incluso a pensar en cómo mejorarla. Porque, usualmente, gran parte de la población sostiene que mientras más iluminado, mejor. Pero, ¿qué ocurre con los contrastes visuales? Muy necesarios, por cierto. ¿Qué ocurre con el equilibrio entre lo funcional y lo ambiental? ¿O con los diferentes usos y momentos que tiene un espacio?
En mi primer encuentro con alumnos, el ejercicio inicial consiste en, sin ninguna introducción previa, pedir que describan en detalle los efectos de luz sobre a una serie de fotografías monocolor. Están en su primera clase de diseño de iluminación y esta situación, muy comúnmente, hace que se sientan bastante intimidados o que piensen que no saben nada al respecto. Los animo a lanzarse, porque sé con certeza que tienen intuición sobre cómo funciona la luz en esas imágenes. Intento que ganen seguridad en ellos mismos, indicándoles que juntos vamos a despertar eso que ya conocen, pero en un comienzo no son conscientes. Sus primeras observaciones, sobre todo debido a que son estudiantes que provienen desde campos como la arquitectura o el diseño en general, es hablar refiriéndose al espacio únicamente o a los elementos que lo componen. El siguiente paso es guiarles hacia la luz: “Muy bien, pero háblame sobre qué ocurre con la luz en esta escena”. Y es ahí cuando comienza este despertar de los sentidos respecto al lenguaje de la luz.
Es necesario analizar y entender la luz en sus diferentes contextos para poder llegar a describirla, y aunque en primera instancia este ejercicio podría resultar complejo debido a la carencia de lenguaje técnico, este hecho no debería ser un obstáculo ya que el lenguaje se adquiere y se perfecciona mediante la práctica. Basta comenzar con una descripción simple y de forma gradual ir abordando análisis más profundos: ¿Luz directa o difusa? ¿De acento o tenue? ¿Uniforme o degradada?
“La sensibilización del lenguaje de la luz va más allá de saber implementar fórmulas o recetas, consiste en despertar los sentidos”.
Las condiciones que nos hacen entender la luz son diversas. Contamos con la intervención de factores externos a ella como los materiales, colores, texturas, reflejos o transparencias de los objetos que habitan un espacio. Así como los factores propios de la iluminación, como por ejemplo el flujo lumínico, su intensidad, hacia dónde está dirigida o tipo de emisión, cantidad o tipo de luz (natural o artificial), temperatura de color, entre otros.
Al despejar esas interrogantes y tomando en cuenta estos conceptos, obtenemos herramientas de análisis y diseño que “amueblan nuestro cerebro”, ya que estos conceptos y la manera en que se interrelacionan son la gramática del lenguaje de la luz. En ocasiones creemos que si no tenemos las herramientas no somos sensibles a ello, pero no siempre es así. Simplemente no nos hemos permitido o no hemos sido invitados a entrar en un escenario de sensibilización lumínica.
Una vez que comenzamos a observar la luz, entendiendo que es un lenguaje, debemos conocer sus normas básicas, si no las entendemos no podemos usarlas. Al saber cómo funciona, podemos ponerlas en práctica. Con estas bases podemos componer y diseñar, es como dar las reglas del juego y a partir de ahí jugar.
Comprender las necesidades del cliente, junto a una estrategia de diseño y nuestro conocimiento sobre cómo se comporta la luz en distintas situaciones, nos llevan a definir dónde está el “foco” o hacia dónde necesitamos dirigir la atención en una composición lumínica.
Dicha composición cuenta con elementos que deben articularse entre sí, según nuestra intención principal. Teniendo clara esta estrategia será posible representar a voluntad una composición lumínica, dando las jerarquías necesarias y deseadas, porque ya sabemos lo que queremos.
Al pensar en los recursos que podemos utilizar para representar un proyecto, existe otro factor determinante para elegir el adecuado: ¿qué queremos representar y a quién lo vamos a presentar? De este modo podremos decidir cómo y a través de qué medios de representación vamos a actuar.
Entre los recursos de representación gráfica de la luz, encontramos los planos arquitectónicos que son utilizados como base para generar planos lumínicos. Las plantas, alzados y/o secciones nos dan, generalmente, una visión del espacio que puede ser global o particular, tanto en áreas pequeñas o amplias de un proyecto.
Lo mismo ocurre con los fotomontajes y los renders, que son herramientas de representación en las que se muestran situaciones concretas, donde la luz participa como parte fundamental de la escena.
Personalmente, creo que los fotomontajes son una herramienta muy interesante en el ámbito de la representación de la luz. Es un medio de comunicación visual de gran sensibilidad que se basa en la realidad pero que no busca ser hiperrealista, hecho que nos da la posibilidad de ser aún más expresivos.
En el caso de los renders, hay que decir, lamentablemente, que en ocasiones mienten. Me he encontrado en innumerables situaciones con efectos de luces directas sobre superficies sin que exista una fuente luminosa que los origine. Los renderistas son muy buenos para hacer simulaciones, pero muchas veces no saben cómo se comporta la luz.
Cabe mencionar que, como diseñadores de iluminación, normalmente no entregamos renders por diversas razones. Una de ellas es que representa trabajo arduo que implica decisiones o factores que no están en nuestras manos, sino en las de otros componentes del equipo de diseño. Además de requerir un tiempo de dedicación y honorarios que muchas veces no están dispuestos a integrar en nuestros contratos. Lo que sí personalmente suelo hacer, y con buenos resultados, es dar soporte a los renderistas para que la iluminación sea integrada adecuadamente.
Por otra parte, existen los programas de cálculo como Dialux, que no son, o más bien no deberían ser, una herramienta de representación para un proyecto. Suelen utilizarse los renders o la simulación de colores (pseudocolor) para comprobar niveles de iluminancia y luminancias, o ver uniformidades, por ejemplo. Sin embargo, es necesario aclarar a quienes recibirán dichos documentos que este tipo de programas no ofrecen imágenes con contenido referente a la calidad de la luz o respecto a los fundamentos del diseño y que tampoco es nuestra intención que así sea, ya que lo que buscamos son comprobaciones específicas.
El cálculo mediante softwares de luminotecnia es una herramienta para comprobar el comportamiento de la luz que también nos sirve de apoyo en situaciones donde no es posible hacer pruebas de campo. Lamentablemente, a veces hay quienes lo utilizan como único entregable del “proyecto de diseño”, pero, en sí mismo, no implica que exista un diseño que lo avale.
También contamos con el recurso de los detalles esquemáticos, que son muy útiles y asequibles para la comprensión de cualquier persona, desde un diseñador hasta un cliente final, que pueden no estar familiarizados con nuestro lenguaje lumínico y aun así pueden llegar a comprenderlos. En ellos se indica esquemáticamente el tipo de integración de la fuente de luz en un lugar o elemento, y el tipo de emisión o dirección que buscamos para esa tipología lumínica. Se trata de un mensaje muy directo y de ahí su utilidad.
Por otro lado, están los detalles técnicos, los cuales son muy importantes para los especialistas. Es preciso decir que si estos no son muy claros pueden derivar en problemas de entendimiento del proyecto durante un largo periodo.
Un detalle mal entendido durante la fase de proyecto puede generar errores desde el inicio del proceso hasta el final de la obra. Si en la cadena de ejecución no se toma la importancia que tienen algunos requerimientos mínimos, por ejemplo no respetar las medidas exactas de una cavidad o la dirección hacia la que debe estar dirigida la luminaria, por ende, la luz, puede ser que al final el detalle no funcione correctamente.

Dentro de esta misma temática, un diseñador de iluminación tiene mucha experiencia respecto a la luz como materia y sus características, pero dicho esto, también hay que decir que la luz tiene un sinfín de posibilidades. Cuántas veces dentro del colectivo de diseñadores de iluminación hemos pensado o incluso dicho a diferentes interlocutores “yo sé mucho sobre luz, pero no sé hacer magia”, refiriéndonos a que hay situaciones imposibles o a que la luz es infinita. Aunque alguien se lo proponga, no podría llegar a conocer todos sus posibles comportamientos, porque siempre existen nuevas situaciones e intervienen muchos factores, como dimensiones, materiales, incidencia o correspondencia con otros efectos lumínicos, por nombrar solo algunos.
Por todo lo anterior, es fundamental realizar pruebas lumínicas para conocer y resolver los alcances de situaciones concretas o específicas. El aprendizaje respecto al comportamiento de la luz es constante, nunca terminamos de aprender de ella, siempre hay un nuevo reto. Sin embargo, la experiencia también es un factor que influye, ya que ciertas verificaciones no serán necesarias si nos hemos encontrado previamente con situaciones similares. En ese sentido, también es un conocimiento acumulativo e integrativo.

Cerrando este ciclo de lo que implican los recursos de representación de la iluminación, es fundamental mencionar que la comunicación visual en la presentación de un proyecto es un factor estructural y se compone de todas las fases de desarrollo del diseño. No solo se refiere a las imágenes, se refiere a un discurso donde es muy importante la manera en que planteamos la narrativa o relato de la propuesta. A través de ella debemos articular consecuentemente el entendimiento del lugar y sus necesidades, la argumentación de nuestro concepto, cómo se plasma este concepto y luego cómo es desarrollado.
La representación gráfica de un proyecto de iluminación es un todo: planos lumínicos, esquemas, perspectivas, detalles esquemáticos y técnicos, planos, etc. Es un engranaje que deberá estar correctamente equilibrado, derivando así en un discurso visual y conceptual-técnico coherente de principio a fin.
La falta de conocimiento sobre un software de representación gráfica no debería ser una limitante, ya que existen innumerables recursos que podemos utilizar. La fuerza o la potencia real de una propuesta lumínica deberá estar en sus ideas o planteamientos conceptuales, y a continuación poner el énfasis y nuestra habilidad en cómo transmitirlo de manera gráfica y visual en conjunto. Pero incluso entre estas herramientas, como Photoshop, podemos encontrar infinidad de posibilidades, ya que, al ser justamente una herramienta muy dúctil, que está cien por cien a nuestro servicio, el uso que podemos darle dependerá del enfoque de lo que buscamos hacer con ella. Lo mismo aplica para otros programas.
“No tiene sentido pensar en ejecutar un diseño directamente en un programa, primero necesitas garabatear un poco, ejercitar la mente, probar con libertad”.
Finalmente, a nivel profesional creo que la representación de la luz es una huella dactilar en la presentación de los proyectos. Para obtener resultados positivos es fundamental la adecuación de los recursos que nos llevarán a mostrar un discurso acorde a cada proyecto.
Representar la luz de manera gráfica no tiene detrás un manual. Cada diseñador debe encontrar su manera de comunicar. Las posibilidades de representar algo de manera gráfica son infinitas.
Como diseñadora de iluminación y docente en esta área, puedo decir que limitarnos a un único formato o técnica de representación significa dejar de lado las demás posibilidades para explotar la creatividad. No se trata de enseñar maneras de hacer, sino formas de pensar en cómo llegar a un objetivo.
Buena explicación, y muy didáctica. Mariel, aqui se ven las «tablas» y la experiencia dando clases. 😉
Respecto al contenido, si por «render» te refieres a la tipica imagen del 3Ds y similares programas, en los cuales el diseñador o interiorista crea una escena estupenda, pero luego «se inventa» una luz que nadie sabe de dónde sale, estoy muy de acuerdo. No son imágenes realistas y se deben interpretar con las debidas precacuciones.
Respecto al Photoshop pasa algo parecido, las imágenes quedan preciosas, pero sobretodo a los diseñadores jóvenes, es necesario explicarles que dominar el Photoshop no significa que estés explicando bien de dónde procede la luz, o hacia dónde va, o cómo se refleja o en qué dirección se difunde. Se necesita algo más, quizá añadir unos croquis a mano, con las típicas flechitas y coloreando de forma apropiada, intuitiva. O añadir unas fotografias retocadas de una forma muy simple, sólo mostrando la intención y las direcciones de la luz, pero sin querer representar la exactitud del «cómo quedará»
En cuanto a los renders de software lumínico, yo entiendo que son útiles si están muy trabajados, porque el comportamiento real de la luz será bastante parecido al del modelo (para una mente de diseñador de iluminación, hay un parecido razonable). En cambio, si es un cáiculo rápido, sólo servirán para analizar valores generales, sin entrar en detalle. Pero sobretodo, nos sirven para dimensionar bien. Para decidir si en un lugar concreto ponemos 10w con 15º o nos funcionará mejor 15w con 10º (por poner un ejemplo rápido inventado).
Con estas imágenes de render lumínico «realistas» y las de «colores falsos» (sobretodo si son de cálculos rápidos) es necesario explicar muy bien al cliente que sólo es una representación más, Para bien o para mal, la luz real se parecerá, pero el render no es «la foto» final, sólo es una idea previa.
Y es muy destacable lo que pasa con el color… con el software podemos representar colores saturados, magníficos, y despues en las fotografias previas, o en las fotos finales, parece corroborarse esta información, los colores tienen las características de saturación «diseñadas». La diferencia en cuanto al color está en la apreciación del ojo humano, pues si la escena tiene otros aportes de luz, de diferentes fuentes, todas estas distintas luces se mezclan, y el ojo muy a menudo no ve lo mismo que la cámara nos muestra.
Deseando escuchar pronto vuestras explicaciones, ampliadas.
Y felicidades a Iluminet por la iniciativa de este webinar.
Muchas gracias Alfred por tus comentarios. Es tal cual dices, la luz es toda una experiencia, de quien la diseña (en el sentido de experiencia profesional), y para quienes la viven (experiencial). Y mientras la diseñamos, todo suma para poder explicarla o ejemplificarla. Un abrazo y ¡hasta mañana!
Felicidades por la conferencia, muy interesante … Mientras la iba escuchando, he ido seleccionando una serie de fotografias e imágenes, relacionadas con la charla e inspiradas directamente en los proyectos que iban explicando, por si me preguntabais algo … para completar vuestras explicaciones, y corroborar lo que ibais diciendo … pero al final, han quedado en la carpeta. Me hubiera gustado mostrarlas, para ello sólo tenia que compartir pantalla. Pero, como soy muy timido, ahí se han quedado … jeje …
¡Muchas gracias Alfred! Cómo siempre nos da mucho gusto tu presencia y participación… ¡Hasta la próxima!