El equilibrio entre luz artificial y natural puede ser una clave contra la obesidad

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Permitir que nuestras células se regulen por el ciclo de sueño y vigilia regresa la armonía del reloj biológico

 
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El ciclo de la salida y la puesta del sol proporcionó por cientos de años una medida confiable de tiempo al ser humano, hasta que la electricidad interrumpió los ciclos circadianos y las horas de alimentación, trabajo y sueño cambiaron radicalmente. Nuestro mundo ya no es gobernado por el sol como antes, cuando las actividades cesaban por la noche. Ahora, la luz artificial nos permite permanecer en vigilia hasta el amanecer, alterando el reloj biológico.

Desde hace un tiempo, estudios realizados en diversas universidades, muestran que este cambio en los hábitos de las personas es una de las causas de la epidemia de obesidad que vive nuestra sociedad.

Esta hipótesis se basa en datos epidemiológicos que muestran una coincidencia entre la aparición de la obesidad y la disponibilidad de la luz artificial, tanto geográfica como históricamente.

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Ahora, en nuevos estudios científicos realizados con roedores, se vio que el tejido adiposo de los ratones, que también está presente en el cuerpo de las personas, se ve afectado por el aumento a la exposición a la iluminación artificial. Desde hace algunos años se demostró que, para bajar de peso, es el “tejido adiposo marrón” el que debe estimularse; esto por medio de una proteína que, cuando se activa, hace que literalmente se queme la grasa.  Para poner a prueba la relación entre la exposición de la luz artificial y la actividad de la grasa marrón, los científicos expusieron a grupos de ratones a la iluminación artificial durante 12, 16 y 24 horas por día y vigilaron sus niveles de esa proteína. Los indicadores mostraron una tendencia: la grasa marrón en los ratones expuestos a periodos más prolongados (16 ó 24 horas) en comparación con un lapso de 12, absorben menos nutrientes de la sangre y quema menos grasa como resultado de la reducción de la proteína. Como resultado, los ratones que recibieron los prolongados baños de luz obtuvieron entre 25 y 50 por ciento más grasa, a pesar de comer y caminar la misma cantidad que el grupo de 12 horas.

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Con estas investigaciones, los científicos nos proporcionan dos caminos para ayudar a la reducción de peso. El primero, identificar y atender los ritmos fotoperiódicos para ayudar a revertir la predisposición humana moderna a la obesidad, permitiendo que nuestras células se regulen por el ciclo de sueño y vigilia, equilibrando las horas que pasamos bajo la luz natural y la artificial y segundo, esta nueva investigación en ratones que puede conducir a nuevos caminos para contribuir a la pérdida de peso en los seres humanos reduciendo las horas de exposición a la luz artificial.

 

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