¿Cómo aprovechamos la luz? Reflexiones a partir de la pandemia

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Desde la arquitectura, la ciencia y el urbanismo, cuatro expertos exponen sus puntos de vista

Durante la mesa redonda Arquitectura y luz, cuarta sesión del ciclo de conferencias La arquitectura y la ciudad post-COVID, realizada por El Colegio Nacional, cuatro expertos compartieron sus reflexiones sobre el aprovechamiento de la luz que nos ha dejado la pandemia.

Desde la apreciación científica, la doctora Ana María Cetto, investigadora en biofísica de la luz, mencionó que una variedad de elementos con los que nos encontramos a diario -como los materiales empleados en la construcción, los acabados que se les da a las superficies, el desplazamiento de la luz natural por luz artificial, las características mismas de la iluminación empleada-, que al combinarse producen efectos inesperados, no deseados, ignorados o desconocidos en los seres vivos.

“Como parte de la tarea de la arquitectura de la ciudad post-COVID se requiere investigar más a fondo las propiedades lumínicas de estos elementos y la combinación de sus efectos, sobre todo en los organismos vivos y no sólo en el ser humano. No estaría de más adoptar un principio precautorio, esperando a que estos estudios nos den la luz verde para emplearlos con confianza”.

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  • La doctora Cetto señaló que la pandemia ha hecho que el futuro cambie, pues nos ha hecho más conscientes de los efectos antropogénicos y de la necesidad de tomarlos en cuenta en nuestra vida diaria y en nuestro quehacer como profesionales. «Se debe construir –o recuperar– una relación más orgánica y simbiótica entre la luz y la arquitectura, que respete todo lo que a la naturaleza le ha costado millones o miles de millones de años construir”.

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  • En cuanto a la relación de arquitectura y luz, la opinión correspondió a Aurelio Nuño Morales y Mauricio Rocha. El primero reconoció que la luz es tema y componente central de la arquitectura, al grado de tener la certeza de que en el momento en que un arquitecto la descubre, “es cuando empieza a ser un verdadero arquitecto”.

    “Como consecuencia de la pandemia y de la experiencia del encierro, la necesidad de reflexionar la ciudad y la forma de vivir ha sido un tema de múltiples foros: abrir una ventana para que entre la luz es mucho más que cortar un hueco de determinadas dimensiones en un muro, es un acto profundamente arquitectónico, que requiere reflexión y sensibilidad, porque de él depende la calidad de vida de quien habita un espacio”.

    Por su parte, Mauricio Rocha destacó que la post-pandemia “nos da la gran oportunidad de volver a entender que la relación interior-exterior, el paso del viento, del sol, la sana condición que permita dialogar con el clima y con sus condiciones, es la única posibilidad que tenemos hoy de hacer mejor arquitectura, al tiempo de ofrecer espacio más seguros, más dignos y más contundentes para quienes los habiten”.

    Para Oriana Romero, maestra en estudios urbanos, hemos generado una relación casi indisoluble que entre la luz natural y la luz artificial que ha terminado por marcar de manera muy profunda nuestra calidad de vida, que nos impacta e impacta el ecosistema del que nos rodeamos.

    En la actualidad estamos expuestos a menor cantidad de luz solar, y nuestro tiempo de oscuridad se ha visto afectado considerablemente, sobre todo por la presencia de fuentes de luz artificiales a nuestro alrededor.

    “Estamos viviendo una saturación lumínica por el uso excesivo de fuentes de luz artificial. Esta condición se da en el espacio público porque existe la idea de que más luz es mayor seguridad, cuando ya se probó que no hay una relación directa. La percepción de seguridad no la determina la cantidad de luz, sino la cualidad del espacio público conjugado con la iluminación de calidad”, dijo Oriana.

    El problema es que en espacios interiores también puede encontrarse una sobre iluminación, la cual se da como respuesta a las malas decisiones arquitectónicas que limitan la entrada de luz natural y por la necesidad de extender el día hacia la noche.

    “Y hay algo que estamos perdiendo cada vez que encendemos una luz: el valor que tiene la noche. Esto es algo que, últimamente, estamos dejando de lado: el espacio de penumbra o de sombra nos pone en un estado de descanso y de relajación”.

    Es necesario que empecemos a tener mucho más cuidado de “no aventar luz innecesaria hacia a la atmósfera y de cuidar las tonalidades de luz de las cuales nos rodeamos y así como tenemos que velar por un acceso a la luz natural, también debemos pugnar por el derecho a la noche, por una noche que sea respetuosa con nosotros mismos y con nuestro entorno”.

    El ciclo La arquitectura y La ciudad post-COVID es coordinado por el arquitecto Felipe Leal, miembro del Colegio Nacional.

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